domingo, 4 de mayo de 2008

¡No me dejen solo!

¿Saben por qué le tengo miedo a la muerte? Porque creo que me sentiré sólo. Lo que realmente me aterroriza es la soledad. ¿Por qué creen que copio a los demás? ¡Para no sentirme solo!

Prefiero pasar hambre —porque no sé ganarme el sustento— a diferenciarme y que me abandonen.

Nunca estuve muerto, pero sé muy bien lo que es estar sólo: ¡Es horrible!

Prometí que nunca más trataría de ser competente; me consta que cada peso que yo gano, alguien lo pierde y todos los que pierden conmigo, se apartarán de mí.

Además, los que puedan envidiarme desearán mi muerte, que como dije, no me preocupa en sí misma (ya que no tengo experiencia) sino porque implica estar abandonado, sin que nadie pueda verme, sin que nadie me hable, sin que nadie me conteste.

Estoy seguro de que la pobreza me salvará de quedarme solo.

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11 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Por fin escribió algo que entendí y comparto de punta a punta! Muy buena la ironía dramática. Está mejorando querido. Persevere que llegará. Se lo digo de cuore!

Anónimo dijo...

La envidia es más perjudicial que el sida. Uno no sabe con quién está tratando y hasta es posible que el otro ni sepa que es portador del mal.

¿Cómo te va? te preguntan inocentemente y vos, por las dudas ¡condón de acero! le contestás: - Me va bien ¿o te cuento?

Anónimo dijo...

De lo poco que aprendí de mi padre fue porque sus momentos de lucidez fueron muy escasos. El me dijo que lo mejor que había era tenerle mucho miedo a la muerte porque así uno no se aburría y el aburrimiento es peor que la muerte porque te sentís fiambre pero conciente. Ergo: Suponé que te queda poco y vas a ver como el aburrimiento se te va como por encanto.

Anónimo dijo...

Está ingeniosa la vuelta que le dio para terminar de su obsesión con la pobreza. Esta vez se merece que le meta un comentario. Las demás está muy entreverado y no me pincha.

Anónimo dijo...

A mi me gustaría tener un control remoto para decidir cuándo quiero estar sola y cuándo quiero estar acompañada. Vi un trailer de un film que se trata de algo así.

Anónimo dijo...

No sé cómo diferenciarme. Para mí todo tiene que ser igualito a quienes hacen las cosas bien. La que hacen las mejores compras es una compañera del colegio; la que se maquilla mejor es otra del mismo lado; los gestos más seductores los tiene una amiga de mi madre; mi abuela tiene una cantidad de tips pero no sé cómo describirlos, pero a ella también quisiera parecerme.

Anónimo dijo...

Mis hijos no me pueden creer cuando les cuento que mi padre me felicitaba cuando le traía el listado de calificaciones estudiantiles y estaban casi todas alrededor de seis sobre doce. Él decía que no hay que sobresalir, ni para arriba ni para abajo. Decía que el mejor tipo es el del medio y que los demás son enfermos.

Anónimo dijo...

A veces me compro algún billetito de lotería y después empiezo a soñar qué haría si saco el premio gordo. En todos mis planes está mantener la mayor discreción posible, hasta de mi esposa e hijos, porque sé que la envidia puede lograr que la suerte se vuelva contra mí.

Anónimo dijo...

La envidia es un sentimiento muy fuerte y es el que está detrás de todas las revoluciones que promueven mejorar el reparto de la riqueza.

Anónimo dijo...

Cuando enterramos a mi padre lo que más lástima me dio de él es que siendo un hombre tan sociable, que vivía rodeado de amigos, fue enterrado entre tumbas de gente desconocida. Miré las lápidas de cuatro o 5 y toda gente rara. Pobre viejo.

Anónimo dijo...

Es un disparate escribir que cada peso que gano otro lo pierde. ¿Y mi furza de trabajo? ¿y el tiempo que dedico? ¿y la transformación de las cosas que yo hago con mi esfuerzo? ¿no vale nada?

Este texto me parece escrito por alguien que perdió la razón.