Según una leyenda que muchos creemos, el
óvulo maduro se queda esperando ser fecundado por un espermatozoide que heroicamente
llega nadando desde muy lejos.
Muchos humanos también se comportan como
óvulos esperando que alguien les golpee la puerta para ofrecerles un título
universitario, una buen trabajo o un
excelente cónyuge.