Si no fuera por los spamers, nunca recibiría un mail.
7 comentarios:
Anónimo
dijo...
No sería este exactamente mi caso, pero tengo tan pocos correos que me lleguen que me siento triste cada vez que consulto mi casilla. Para mí que no saben que existo o no les importa que exista. Me da tristeza de veras. Lo comenté con una persona que me habló no sé porqué durante un viaje corto que hice en micro y me dijo que le pasaba lo mismo y que por eso consultaba su casilla una vez al mes y se ponía muy nervioso al hacerlo.
Esto de los spamers es un poco de locura que hay porque algunos internautas se ponen enojadísimos como si le estuvieran tocando el culo o un seno sin la debida autorización. No entiendo tanta furia junta por una pavada tan grande. Si uno tuviera que agarrar una escoba para barrer la vereda llena de cartas justo cuando sopla un viento polar ártico que lleva la sensación términa a menos 32º centígrados, ahí lo entendería más, pero que seleccionar y apretar la tecla SUPR cause tanto malestar me deja perpleja.
Lo que dice Lía me hizo reír y pienso que esos locos intolerantes lo que les pasa es que se creen muy llenos de amigos y de gente importante que por ahí les llenan la casilla con mensajes que él no solicitó dejándole sin lugar a los que verdaderamente les interesan.
Son unos ilusos porque con tanta falta de paciencia es imposible que tengan mucha gente que se preocupe por ellos o ellas. La propia actitud que exhiben los deja en evidencia de que están mintiendo (o mintiéndose, que me parece aún más posible).
Habría que convencerse de dos cosas: La publicidad masiva por e-mail, ni es tan molesta como algunos dicen ni sirve para algo. Para mí que si alguien manda un millón de spams, gastará poco dinero pero también es cierto que no obtendrá ningún beneficio como ilusoriamente se cree.
Escuché por una emisora radial muy conocida a tres periodistas quejándose y dando manija en contra del spam. Estoy en un todo de acuerdo con Silvia, no les puedo creer y pienso que andan careteando.
7 comentarios:
No sería este exactamente mi caso, pero tengo tan pocos correos que me lleguen que me siento triste cada vez que consulto mi casilla. Para mí que no saben que existo o no les importa que exista. Me da tristeza de veras. Lo comenté con una persona que me habló no sé porqué durante un viaje corto que hice en micro y me dijo que le pasaba lo mismo y que por eso consultaba su casilla una vez al mes y se ponía muy nervioso al hacerlo.
Esto de los spamers es un poco de locura que hay porque algunos internautas se ponen enojadísimos como si le estuvieran tocando el culo o un seno sin la debida autorización. No entiendo tanta furia junta por una pavada tan grande. Si uno tuviera que agarrar una escoba para barrer la vereda llena de cartas justo cuando sopla un viento polar ártico que lleva la sensación términa a menos 32º centígrados, ahí lo entendería más, pero que seleccionar y apretar la tecla SUPR cause tanto malestar me deja perpleja.
Lo que dice Lía me hizo reír y pienso que esos locos intolerantes lo que les pasa es que se creen muy llenos de amigos y de gente importante que por ahí les llenan la casilla con mensajes que él no solicitó dejándole sin lugar a los que verdaderamente les interesan.
Son unos ilusos porque con tanta falta de paciencia es imposible que tengan mucha gente que se preocupe por ellos o ellas. La propia actitud que exhiben los deja en evidencia de que están mintiendo (o mintiéndose, que me parece aún más posible).
Habría que convencerse de dos cosas: La publicidad masiva por e-mail, ni es tan molesta como algunos dicen ni sirve para algo. Para mí que si alguien manda un millón de spams, gastará poco dinero pero también es cierto que no obtendrá ningún beneficio como ilusoriamente se cree.
A mi me pasa eso pero no sólo con el correo electrónico, también con el tradicional, con el teléfono fijo y con el celular.
Adoro a los spamers.
Escuché por una emisora radial muy conocida a tres periodistas quejándose y dando manija en contra del spam. Estoy en un todo de acuerdo con Silvia, no les puedo creer y pienso que andan careteando.
A veces la publicidad masiva es muy útil. Es como con el amor; debe ser la publicidad justa en el momento justo.
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