A
los fracasados se los reconoce porque combaten a sus enemigos ignorándolos.
12 comentarios:
Hernán
dijo...
Quien tituló ese dibujo como ¨el indiferente¨, me parece que se equivocó. Ese hombre no es para nada indiferente. Al indiferente le da lo mismo que alguien haga o no haga, diga o no diga, piense lo que piense. Ese hombre está resistiendo y resistiéndose. No quiere que le entren lo que él considera ¨virus¨. De brazos cruzados cierra su cuerpo e impide cualquier invasión. A los enemigos los tiene muy en cuenta, pero para defenderse. No quiere saber nada del enemigo. Quizás hasta lo combata sin conocerlo.
Todos somos combatientes. Puede que sea cierto eso de que la vida es una lucha. Claro que hay luchas y luchas. Hay luchas muy gratificantes, casi tanto como una buena ducha.
Cuando creemos reconocer al enemigo, vamos y lo atacamos. De pronto alguno sale herido, o todos salen heridos o hay algún muerto o todos terminan muertos. La medicina occidental procede así. De pronto no está mal. Pero al menos reconozcamos cuál es -en general- su método de lucha.
Un fracasado me dijo que era un fracasado. Yo le dije que no, que para mí era un triunfador. Él volvió a insistir con que era un fracasado. Le pregunté por qué. Me dijo que era una sensación muy profunda que lo acompañaba desde muy atrás, desde que era niño. Yo le pregunté si su niño aún lloraba dentro de él. Me dijo que sí. Entonces nos abrazamos y el niño que lloraba en él, lloró con la niña que lloraba en mi.
12 comentarios:
Quien tituló ese dibujo como ¨el indiferente¨, me parece que se equivocó. Ese hombre no es para nada indiferente. Al indiferente le da lo mismo que alguien haga o no haga, diga o no diga, piense lo que piense.
Ese hombre está resistiendo y resistiéndose. No quiere que le entren lo que él considera ¨virus¨. De brazos cruzados cierra su cuerpo e impide cualquier invasión. A los enemigos los tiene muy en cuenta, pero para defenderse. No quiere saber nada del enemigo. Quizás hasta lo combata sin conocerlo.
¿Existe la tribu de los fracasados? ¿Ellos se pusieron ese nombre?
Cuántas cosas dice esa imágen!!! Un genio el que la dibujó. Está bueno leer las imágenes. A veces nos permite más libertad que leer las palabras.
Quienes denominan a ciertas personas como fracasados, primero tendrían que pensar si los fracasados en realidad no son ellos.
Combatir al enemigo no vale la pena, creo. Más vale dialogar con él. Y teniendo claro que nuestro principal enemigo puede que esté en nosotros mismos.
A los fracasados se los reconoce porque no se conocen.
Todos somos combatientes. Puede que sea cierto eso de que la vida es una lucha. Claro que hay luchas y luchas. Hay luchas muy gratificantes, casi tanto como una buena ducha.
El único que puede ignorar honestamente, es el ignorante.
Jesús proponía que nos entendiéramos con nuestros enemigos amándolos.
Solemos reconocer con más facilidad a los fracasados que al fracaso.
Cuando creemos reconocer al enemigo, vamos y lo atacamos. De pronto alguno sale herido, o todos salen heridos o hay algún muerto o todos terminan muertos.
La medicina occidental procede así. De pronto no está mal. Pero al menos reconozcamos cuál es -en general- su método de lucha.
Un fracasado me dijo que era un fracasado. Yo le dije que no, que para mí era un triunfador. Él volvió a insistir con que era un fracasado. Le pregunté por qué. Me dijo que era una sensación muy profunda que lo acompañaba desde muy atrás, desde que era niño. Yo le pregunté si su niño aún lloraba dentro de él. Me dijo que sí. Entonces nos abrazamos y el niño que lloraba en él, lloró con la niña que lloraba en mi.
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