martes, 19 de agosto de 2008

Significante Nº 162

Cuando un bromista padece una broma, no se enoja pero acumula sed de venganza en el hueco donde otros tienen el cerebro.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

El día que más sufría porque extrañaba a mi amor que estaba de viaje, me llamó un amigo haciéndose pasar y él y diciéndome que ya no me quería. Lo odio con todo mi ser. No le hablaré nunca más.

Anónimo dijo...

Las bromas entre los niños son terribles. A mi me dijo uno que había visto a mi madre muerta y nadie podía consolarme hasta que tuvo que venir ella a consolarme en la escuela.

Anónimo dijo...

Yo tampoco sé que tienen en la cabeza los que se la pasan todo el tiempo haciendo bromas sádicas.

Anónimo dijo...

A un amiguito muy odioso que siempre nos molestaba a todos con sus bromas pesadas, le dibujamos una figurilla que a él le faltaba en su album de coleccionables para sacarse el premio mayor.

Tuvo que intervenir el padre para convencerlo de que era una broma. Creo que aprendió la lección.

Anónimo dijo...

En el campo argentino es tradición que todos los 28 de diciembre se hagan bromas por el Día de los Inocentes. Siempre alguien cae porque no se acuerda de la fecha.

Anónimo dijo...

Hay bromas que son agresiones disfrazadas.

Anónimo dijo...

Algo deben haber incorporado en mi educación que me quitó la sed de venganza.

Anónimo dijo...

Las bromas deberían tener un formato que las haga disfrutables y no padecibles, el tema está en que a veces hay que cambiar el formato del receptor.

Anónimo dijo...

Sé que tengo un hueco...pero no hay sed de venganza, ni cerebro!

Anónimo dijo...

Si la broma la padece seguro que se enoja. Si no lo demuestra es por diplomacia.

Anónimo dijo...

Para hacer buenas bromas hay que tener cerebro y no ser vengativo.