Si estuviese condenada a morir, supongo que desearía ver a todas las personas que amo, y a las que amé alguna vez, mirarlas a los ojos, y abrazarlas luego.
Cada uno de nosotros hizo lo que pudo en su vida. A veces bien, otras mal o más o menos bien. De todos modos, más allá de alabanzas o acusaciones, todos nosotros estamos juntos en lo mismo: morir alguna vez.
Opa! qué románticos estamos hoy. Voy a romper un poco el clima... Lo que voy a decir es que vivimos con la muerte pisándonos los talones, así que... carpe diem!
13 comentarios:
Aunque estemos condenados a morir por haber nacido, vale la pena nacer.
Acusar es fácil, y condenar más.
Si estuviese condenada a morir, supongo que desearía ver a todas las personas que amo, y a las que amé alguna vez, mirarlas a los ojos, y abrazarlas luego.
Cada uno de nosotros hizo lo que pudo en su vida. A veces bien, otras mal o más o menos bien. De todos modos, más allá de alabanzas o acusaciones, todos nosotros estamos juntos en lo mismo: morir alguna vez.
Aunque tú mueras, yo tuve la suerte de saber que habías nacido.
Opa! qué románticos estamos hoy.
Voy a romper un poco el clima...
Lo que voy a decir es que vivimos con la muerte pisándonos los talones, así que... carpe diem!
Si me acusan de haber nacido, yo los condenaré a mi furia eterna.
Así como no es culpa nacer,
ni tampoco es culpa ser;
ser de una u otra manera,
tampoco vale la condena
de morir para nacer.
Estamos. Hemos nacido.
Ojalá podamos decir, que hemos vivido.
Estamos condenados a morir y parece que nunca sabremos qué nos condenó, por qué nos condenó, cuando nos condenó.
Lo peor que te puede decir una persona es: tu muerte me permite renacer.
El que acusa y no condena, se va a la cama sin cena.
Sí Graciana, sin la cena de hacer leña del árbol caído.
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