Si cae en el vacío la balanza, descubriremos que el plato que carga más peso, toca el suelo en el mismo instante que el plato que sostiene menos peso. Por lo tanto la justicia es relativa al medio donde se aplique.
Si la mujer de ojos vendados deja caer la balanza, seguramente podrá desatarse con comodidad la venda que le tapa los ojos. En ese momento descubrirá que a su alrededor reina un gran caos.
¡Qué delicia la brisa que entra por la ventana! ¡Qué triste se ve esa mujer de mármol sosteniendo la balanza! Está triste, ciega y callada porque no puede sentir este aire de verano que desea acariciarnos la piel.
La justicia no puede sentir. Tiene que ser objetiva, mantener la balanza a distancia. No puede ver con los ojos que reflejan el alma. No puede seguir sus impulsos. No puede echarse a correr. Ella no corre a salvar a nadie. Debe permanecer con la balanza en alto.
Yo creía en eso de que la justicia tarda pero llega. Es cierto, tarda y muchas veces llega, pero cuando llega está sudada, desarrapada, llena de estrés y muy enojada. La justicia viene con su hermana mayor, la venganza. Su hermana le da aliento, la levanta para que siga adelante. Ella hace lo que pueda, pero a la hermana nada la deja conforme.
La justicia ha desarrollado los músculos de uno sólo de sus brazos. No sé si el derecho o el izquierdo. Para mí que sería mejor que sostuviera la balanza con ambas manos.
11 comentarios:
La justicia humana es imperfecta. Puede que uno de sus defectos sea el mal olor.
Si cae en el vacío la balanza, descubriremos que el plato que carga más peso, toca el suelo en el mismo instante que el plato que sostiene menos peso.
Por lo tanto la justicia es relativa al medio donde se aplique.
Si la mujer de ojos vendados deja caer la balanza, seguramente podrá desatarse con comodidad la venda que le tapa los ojos. En ese momento descubrirá que a su alrededor reina un gran caos.
El moderno monumento a la justicia incluye una balanza electrónica donde se pesa todo el mundo. Los obesos son declarados culpables.
Las mujeres clásicas parecen intemporales, pero la justicia no es intemporal. Sus dictados se corresponden a una visión del mundo ajustada a su época.
Apartemos la balanza pretenciosa y quitemos la venda de nuestros ojos. Animémonos a ver la realidad.
¡Qué delicia la brisa que entra por la ventana!
¡Qué triste se ve esa mujer de mármol sosteniendo la balanza!
Está triste, ciega y callada porque no puede sentir este aire de verano que desea acariciarnos la piel.
La justicia no puede sentir. Tiene que ser objetiva, mantener la balanza a distancia. No puede ver con los ojos que reflejan el alma. No puede seguir sus impulsos. No puede echarse a correr.
Ella no corre a salvar a nadie.
Debe permanecer con la balanza en alto.
La balanza de la justicia tiene olor a bronce. El bronce es bastante perdurable. Dicen que por eso la justicia es tan lenta.
Yo creía en eso de que la justicia tarda pero llega. Es cierto, tarda y muchas veces llega, pero cuando llega está sudada, desarrapada, llena de estrés y muy enojada. La justicia viene con su hermana mayor, la venganza. Su hermana le da aliento, la levanta para que siga adelante. Ella hace lo que pueda, pero a la hermana nada la deja conforme.
La justicia ha desarrollado los músculos de uno sólo de sus brazos. No sé si el derecho o el izquierdo. Para mí que sería mejor que sostuviera la balanza con ambas manos.
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