sábado, 25 de junio de 2011

La humanidad está madurando

Los humanos nos hemos guiado por los grandes relatos (El Quijote, La Biblia, El Capital). Ya no es tan así porque estamos creciendo.

Una de las particularidades de los humanos es la sensación de angustia que sentimos cuando nos preguntamos para qué nacimos, qué es la muerte, qué es el bien, cuánto nos quieren y demás preguntas sin respuesta.

Así como la aspirina es un calmante genérico de venta libre, grandes obras literarias poseen la particularidad de entregarnos historias en las que algún personaje se parece tanto al lector que uno termina pensando que lo que a él le ocurra es un anticipo de cómo será nuestra existencia a medida que avancemos en la lectura que lo contiene.

El más famoso y antiguo es La Biblia. Para algunas personas «ahí está todo». Lo que pueda ocurrirnos está en ese libro ... o al menos podemos creer que ahí está porque su redacción suele ser tan ambigua que admite múltiples interpretaciones, incluida la que estamos buscando.

Otros libros cuya lectura nos responden preguntas existenciales y nos alivian la angustia son El Quijote, Fausto, La Divina Comedia, La Ilíada, El Capital y otros que ahora no tengo presentes.

Los gestos más odiados de los regímenes autoritarios (nazismo, fascismo, comunismo), son la quema de libros, la restricción a la libertad de expresión y la persecución de los políticos opositores.

Sin embargo, la propia evolución ha hecho que esas grandes obras literarias e ideológicas hayan perdido vigencia, ya no son un referente, peor que prohibidas son ignoradas.

Para un niño pequeño es una proeza llena de valentía dar unos pasitos sin ser sostenido por papá o mamá.

La aún infantil humanidad está animándose a soltar esos referentes para empezar a pensar por sí misma, sin tutores, sin iluminados, sin ídolos.

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13 comentarios:

Canducha dijo...

Si cada cual piensa a su manera, si cada cual tiene su verdad, esto se va a convertir en un caos ingobernable.

Filisbino dijo...

Y quién quiere que lo gobiernen, Canducha?

Canducha dijo...

Yo lo que quiero es que gobiernen a los otros.

Teresa dijo...

Desgraciadamente nos preocupamos más por no hacer el mal, que por hacer el bien.

Oriente dijo...

Cuánto me quieren? es la formulación adulta de la pregunta infantil: hasta dónde me querés?
Pregunta condenada a continuar sin una respuesta seria.

Mariana dijo...

Es cierto, hoy por hoy no hay un libro súper-famoso. A pesar de que vivimos en un mundo globalizado.

Elena dijo...

Los ídolos continúan vigentes, sobre todo entre los adolescentes y entre los artistas (que son dos categorías diferentes, por supuesto).

James dijo...

Siempre quise tener una misión en la vida.

Chapita dijo...

Una vez encontré a un personaje que me copiaba. Cuanto más lo leía, más me copiaba. Entonces decidí dejar mi libro en la mesita de luz para que se fuera por mi indiferencia. Pero no había caso, hizo lo mismo que mi perra Colita; se fue metiendo en mi cama, despacito, despacito.

Yoel dijo...

En realidad, lo que es la muerte, ya se sabe. Lo que pasa es que no queremos saber.

Evangelina dijo...

Viendo que Yoel habla de la muerte, yo le pregunto: cuál es el problema con creer? No somos libres de creer? No sé si hay un Dios. No sé qué es el bien. No sé qué es la muerte.
Puedo creer en lo que quiera. Y creo en el Dios que nos hizo libres para elegir.

Sofi dijo...

Como me enternece ver a ese niño que avanza tan confiado y de pañales...

Yoel dijo...

No estaba pensando en ese tema, pero ahora que tú lo dices, Evangelina, no veo dónde está el problema. Mientras no te de por salir de cruzada o hacerte la mujer-bomba, o ocupar tierras prometidas y cosas así, está todo bien.