Quienes integran una «corporación» reciben seguridad laboral a cambio de no perturbar la coherencia, la armonía y la disciplina corporativa.
Los seres humanos buscamos la seguridad y
evitamos la incertidumbre. En general tenemos alguna noción de cómo acceder a
esos logros.
Casi todas las sociedades cuentan con agentes
de seguros quienes, basados en ciertas técnicas matemáticas de evaluar las
probabilidades de que algo ocurra, nos ofrecen pólizas de seguros con las que
podemos disminuir los riesgos contemplados en ellas, mediante el pago de un
costo que generalmente nos parece mínimo en comparación con las pérdidas que
nos evitaría en caso de padecer el siniestro del que nos aseguramos.
La medicina apunta más bien a la prevención
porque, basada en estadísticas, supone que ciertas características actuales de
nuestro funcionamiento corporal, suelen ser el antecedente de enfermedades
importantes. La prevención en salud es para ellos un criterio aceptable para
aumentar nuestra sensación de seguridad.
Existe otra forma de obtener seguridad y
disminuir la incertidumbre, aunque es menos explícita.
Si le prestamos atención al significado de la
palabra «corporación»,
vemos que el D.R.A.E. la define (1) como:
1. f.
Organización compuesta por personas que, como miembros de ella, la gobiernan.
2. f.
Empresa, normalmente de grandes dimensiones, en especial si agrupa a otras
menores.
Pero más
significativo aún es que «corporación» deriva de «cuerpo». La segunda acepción
(2), dice:
2. m. Conjunto de
los sistemas orgánicos que constituyen un ser vivo.
Para que un
cuerpo vivo conserve el fenómeno vida, la interacción de
los sistemas orgánicos debe ser coherente, armónica y disciplinada. Para que
una «corporación» conserve su existencia, la interacción de sus integrantes
(trabajadores, empresas) debe ser coherente, armónica y disciplinada.
Conclusión: Quienes integran una «corporación» reciben seguridad laboral a cambio de no perturbar la
coherencia, la armonía y la disciplina corporativa.
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8 comentarios:
Cuando integramos una corporación nos cuesta bastante tener clara noción del todo en el que estamos insertos. Por eso nos irritamos demasiado cuando nuestros reclamos son desoídos. Quizás la mayor parte de las veces nuestros reclamos son justos y razonables, pero a veces se nos va la mano. Olvidamos que el gobierno tiene que gobernar y repartir con un criterio coherente.
El tema es que el criterio del gobierno no es compartido por todos, muchas veces ni siquiera por quienes lo votaron. Entonces empieza el forcejeo porque queremos torcer la lógica del gobierno. En ese tire y afloje pueden beneficiarse algunos sectores, pero lo más probable es que el conjunto salga perjudicado.
Ud habla de cuerpos y a mí se me sube el amor a la cabeza!
Buscando seguridad y bienestar hacemos cosas que ordenan nuestra economía, vamos al médico intentando controlar nuestra salud y quién sabe cuantas cosas más. También, es cierto, muchos de nosotros integramos distinto tipo de corporaciones. Sindicatos, corporaciones profesionales, familias...
Yendo al ejemplo más fácil que es el de la familia, la armonía se encuentra por momentos y con dificultad. Pero a veces se encuentra. Se requiere un trabajo muy fino, donde la que se ve desafiada es nuestra inteligencia emocional.
Me da miedo la palabra disciplina. He sido muy disciplinada durante buena parte de mi vida, y algunos dicen que lo sigo siendo en algunos aspectos. Le tengo miedo a la disciplina porque atendiéndola excesivamente a ella, descuidé la posibilidad de disfrutar. No tomaba contacto con lo que me hacía sentir bien. Primero estaba el deber, como me decían mis mayores.
He estado intentando la conexión con lo que me hace bien y buscando placer en el deber. Cuando limpio la casa me pongo música y hago movimientos hermosos, como de danza o de gimnasia. Cuando cocino saco todo de la mesa para dejarla bien despejada para recibir la suavidad de la masa, para ver los colores de las hortalizas, sentir el perfume de las especias, escuchar el sonido de la cuchilla sobre la tabla de madera.
Estoy en un tiempo de armonía y todo me parece mucho más fácil.
En el sindicato nos comportamos como un grupo de hermanos que se juntan con los primos y los tíos. También anda siempre por ahí algún abuelo.
Discutimos, peleamos, hacemos alianzas algo oscuras, nos ponemos de acuerdo, salimos juntos a la calle, los tíos aconsejan, los abuelos aprueban, los primos se desacatan, los hermanos se celan.
El corazón se apura cuando la corporación funciona. Cuando todo fluye, los cuerpos se deslizan.
Al anochecer llega la calma, llueve afuera. Y adentro, en casa, se queda el abrazo.
Un costo que parece mínimo hoy, se suma en el futuro y se vuelve grande. Pero como vivimos en el presente, esos costos mínimos parecen valer la pena. Lo que no sirve es vivir asustado.
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