domingo, 23 de septiembre de 2012

La enseñanza con el mal ejemplo





Vencer la resistencia al estudio de los niños y adolescentes, educa con el ejemplo para la violencia, el abuso, la desconsideración.

Aunque el afán de ser grandiosos nos confunda, lo que parece cierto es que nuestro única misión es conservarnos individualmente y como especie (1).

La confusión es realmente importante. Lo que hacemos para ganar lo necesario para vivir (comprar alimentos, vestimenta, alojamiento) es complicadísimo.

Al suponer que somos la especie más inteligente, necesitamos creer que la inteligencia humana es la mejor, por eso preferimos no detenernos a pensar que los seres menos inteligentes resuelven sus problemas vitales (conservación y reproducción) de manera infinitamente más simples.

¿Es inteligente pensar que las soluciones complicadas son mejores que las soluciones simples? Parece raro pero sí: trabajar más horas, estresarnos, repartirnos mal los bienes, son síntomas de inteligencia superior. ¡¡Rarísimo!!

La educación tiene por objetivo construir en nuestras mentes esa complejidad. Por eso la extravagancia progresa con la edad y los niños son más simples que los adultos.

Nuestra inteligencia superior nos lleva a estudiar durante muchos años asuntos radicalmente alejados de nuestro interés.

Los niños y los jóvenes estudiantes tienen apetencias diferentes a lo ofrecido por el sistema educativo.

La situación es abusiva, arbitraria, violatoria. Para una mente ingenua como la de los niños y adolescentes, es injusta, amoral, indignante.

Todos hemos pasado por esa etapa y hoy somos el resultado de aquellas experiencias.

— Si en la niñez nos sentimos víctimas de la violencia, probablemente nos parece que la violencia es un método legal, útil, imprescindible, y trataremos de aplicarla cuanto antes;

— Si en la niñez nos sentimos abusados porque hicieron con nosotros lo que quisieron, ignorando despreciativamente nuestra resistencia, como adultos pensaremos que no está tan mal violar, aprovechar egoístamente la debilidad del otro.

Estas vivencias también fueron educativas, ejemplarizantes, imitables.



10 comentarios:

Gabriela dijo...

No cabe duda alguna de que en la niñez fuimos víctimas de las más arrolladoras violencias. No podíamos tomar un caramelito de la enorme vitrina donde habían cientos, teníamos que saludar a decenas de personas desconocidas como si las amáramos, teníamos que estudiar cosas rarísimas porque había una maestra o un profesor que tenía esa antojadiza idea. Es evidente, nos pasaron la plancha y ahora cuando queremos decir no, antes lo pensamos cinco veces.

Elena dijo...

Claro que sí!! Nos enseñaron a pasar por encima de las necesidades del otro. A ignorarlas en nombre de una cosa que llaman disciplina, deber ser, etc. Teníamos que hacer las cosas igual que todo el mundo, aunque cada uno de nosotros fuera diferente, tuviera talentos diferentes, necesidades y deseos diferentes. Pero hace varias décadas que se crearon modelos diferentes para la educación. ¿Por qué estas experiencias no se propagaron lo suficiente?. Dejo abierta la pregunta.
Dentro del movimiento de Escuelas democráticas tenemos el ejemplo paradigmático de Summerhill. Esta escuela funciona en Inglaterra desde 1921. Los principios pedagógicos definidos por Neil, su fundador, son los siguientes: *convicción en la bondad natural de los seres humanos.
*la felicidad como máxima aspiración de la educación.
*el amor y el respeto como bases de la convivencia.
*la importancia de la corporalidad y la sexualidad.
Se diferencia de otras escuelas en estos aspectos:
*ausencia de exámenes y calificaciones.
*asistencia NO obligatoria a las clases.
*la Asamblea como órgano de gestión.
*ausencia de reprimendas y sermones.
*trato igualitario entre niños y adultos.
Neil opina que la sociedad enferma que reproduce sus propios miedos y su violencia es el origen de los problemas que aquejan a muchos niños y adultos. Afirma que la educación en libertad es posible porque el niño responde positivamente al amor y la libertad. (Wikipedia).

Mariana dijo...

Es de verdad rarísimo que nos creamos inteligentes siendo que no le dimos en el clavo todavía, para encontrar la manera de convivir en paz y repartirnos los recursos del planeta.

Javier dijo...

Eso que plantea Neil sobre la convicción en la natural bondad de los seres humanos, yo lo pondría en duda. Parto de la base de que somos naturalmente egoístas y me pregunto ¿podemos ser buenos y egoístas al mismo tiempo?
Dado que somos egoístas no por maldad, sino porque necesitamos responsabilizarnos por nuestra propia vida, podríamos pensar que sí, que se puede ser egoísta y bueno al mismo tiempo. Es más, se puede pensar que la única manera de ser realmente bueno es siendo RAZONABLEMENTE egoísta.
Pero igual me quedan dudas.

Marta dijo...

No nos queda otra que educar para la sociedad en la que estamos incertos. O de lo contrario intentar cambiar la sociedad. Cambiar la sociedad o cambiar el mundo en el que vivimos no se hace de un día para el otro. Estaríamos hablando de un proceso que podría llevar mucho tiempo. Entre tanto ¿qué hacemos con nuestros hijos? ¿qué hacemos a favor de los niños y de los jóvenes?.
En donde vivo no hay nada demasiado parecido a Summerhill. Si mis hijos van a una escuela donde se les enseña a interesarse por lo que no les interesa... ¿Qué debo hacer? ¿Decirles que no estudien?

Hugo dijo...

Marta, no les podemos decir que no estudien. En todo caso lo que podemos hacer es transmitirles con nuestras actitudes y reacciones lo que pensamos.

Margarita dijo...

Pero en ese caso Hugo, van a encontrar un conflicto muy grande. Van a darse cuenta de que en casa no se manejan las mismas reglas que en la escuela o el liceo. ¿Podrán elaborar esas contradicciones?

Hugo dijo...

Confío que sí. Lo que no se puede es perder el diálogo. Cuando digo diálogo no me refiero a sentarse a hablar sobre la educación. Si eso se da naturalmente bárbaro, pero me parece difícil que se dé, justamente porque al niño y al adolescente lo ocupan otras cosas: sus amigos, el juego, los novios y las novias, el deporte, etc.
Mantener el diálogo es estar en casa algún tiempo, el que podamos, pero todo el que podamos, porque es imposible educar a distancia. Es necesario que nos vean, que vean como resolvemos nuestros problemas, que escuchen qué opinamos sobre tal o cual tema. Es necesario que los tratemos con respeto, que tomemos con toda la seriedad que se merecen sus intereses, preocupaciones y miedos. Creo que Neil, cuando habla de un trato parejo entre adultos y jóvenes, se refiere a que la amabilidad y el respeto debería ser el mismo que tenemos con un amigo o cualquier integrante adulto de la familia.

Margarita dijo...

Cuando decís que escuchen lo que opinamos, se puede pensar que estás enfocándote a que piensen como nosotros.

Hugo dijo...

No quice decir eso. A ver... ellos reciben modelos de comportamiento y transmición de valores por todos lados. No podemos aislarlos en una burbuja. Además es bueno, es positivo que estén abiertos a conocer distintas formas de ver el mundo y encarar la vida. Pero creo que como padres tenemos y no lo podemos ocultar, nuestra ideología, es decir, nuestros valores, nuestro modo de situarnos en la sociedad que nos tocó vivir. Me parece que enseñar una actitud pensante, que no se enganche en la manija de un modelo, una actitud abierta para pensar y sobre todo para sentir, es algo que puede ser muy positivo. Te aleja de los fanatismos, te enseña a tolerar la incertidumbre, te ayuda a entender la complejidad de las cosas. En fin, yo creo en eso, creo que educar es eso.