domingo, 25 de septiembre de 2011

Mala administración de recursos naturales

La economía de mercado desprecia, descalifica, anula, varias destrezas y talentos propios de nuestra especie (gusto, ingenio, ductilidad, negociación).

Juzguemos entre usted y yo a una persona que recibió al nacer una gran fortuna como herencia pero que, por alguna causa que investigaremos, la deja a un costado, la regala, no la aprovecha.

Vemos además que este personaje imaginario tiene una calidad de vida de la cual no para de quejarse. Logra emplearse por salarios muy bajos, los emprendimientos propios son de escasa rentabilidad y todos estaríamos de acuerdo en opinar que es alguien con poca suerte.

Sin embargo, no podemos olvidar que rechazó una fortuna. Con ella podría lograr unas cuantas cosas que aseguren ingresos suficientes para tener una buena calidad de vida.

Cuando me refiero a esos bienes quiero referirme en realidad a esas potencialidades que traemos de nacimiento porque nuestro organismo tiene millones de años de evolución, del que generalmente no hacemos uso, despreciándolo como si no tuviera valor.

Lo podemos observar cuando alguien no sabe qué puede comer, cómo tiene que caminar, dormir, educar a sus hijos, planificar su familia, decorar la casa, resolver los problemas con el cónyuge, buscar trabajo, invertir los ahorros.

La economía de mercado en la que vivimos los latinos (exceptúo a Cuba) nos obliga a que abandonemos gran parte de nuestra riqueza biológica:

— descalificando nuestros gustos (apetencias, preferencias) alimenticios para depender de qué nos dice alguien que se gana la vida como dietista;

— desmereciendo nuestro ingenio para resolver los conflictos familiares para depender de un psicólogo que se gana la vida negando nuestra habilidad negociadora;

— olvidando que podemos aprender a reparar una computadora porque un informático se gana la vida asustándonos de nuestra supuesta torpeza.

En suma: somos pobres porque despreciamos torpemente una gran herencia. Somos (o estamos) ideológicamente empobrecidos.

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11 comentarios:

Lola dijo...

Yo te regalo todo el talento con el que vine al mundo!

Ademar dijo...

No está mal saberse pequeño, pero conviene tener en cuenta que somos capaces de grandes cosas.

Orosmán dijo...

Mire qué curioso lo que me pasó a mí: tuve que empezar a ir al psicólogo porque mi "habilidad negociadora" me estaba haciendo trampa. Abusé negociando conmigo mismo; me he vuelto demasiado permisivo, comprende?

Irma dijo...

Siempre me dicen que soy muy evolucionada, muy moderna. Soy de costumbres liberales, desprejuiciada, espontánea, alegre. Algunos resumen torpemente llamándome puta.

Celeste dijo...

Hay emprendimientos propios que no buscan una rentabilidad económica. Qué tiene en contra de eso!

Paolo dijo...

No creo que nuestro amigo tenga nada en contra de lo que tú planteas, Celeste. Sólo te recuerdo que en este blog se habla fundamentalmente de los problemas con el dinero, capisce?

Laura dijo...

Ya entendí. Si no estoy dispuesta a hacer esfuerzos extra, mejor no quejarme...

Ernesto dijo...

Sus trabajadores casi siempre son al estilo yuppie. Francamente me molesta.

Olegario dijo...

He conocido bellas personas que jamás tomaron conciencia de su propia belleza. De todos modos he recibido su perfume y no dejo de agradecerlo.

Natalia dijo...

Usted está hablando de la inseguridad, Doc. Esa que tanto nos preocupa cuando pensamos que está sólo afuera.

Sandra39 dijo...

No se me pasa por alto que está criticando a la economía de mercado.
Me siento muy feliz.