domingo, 3 de julio de 2011

La resistencia a conocernos

No queremos conocernos realmente entonces imaginamos ser como nos gustaría. Sabemos más de planetas lejanos que de quienes pueden darnos trabajo, proveernos soluciones, cooperar, asociarse con fines productivos.

Los trabajadores de la salud mental (psicólogos, psicoanalistas, psiquíatras) tienen que saber de la psiquis.

Aunque suena raro es muy probable que estas personas sepan mucho de lo que otros han escrito o dicho sobre la psiquis pero que sepan poco de su propio pensamiento.

Existe una resistencia muy fuerte de todos (trabajadores y pacientes de la salud) a saber de nuestras propias ideas, deseos, intenciones.

Desde el punto de vista estadístico, es normal (vale decir, la mayoría de nosotros) no querer saber de los sentimientos personales al mismo tiempo que desearíamos espiar los sentimientos ajenos.

Para todos es un placer casi vicioso (difícil de abandonar) criticar (juzgar, evaluar, comparar) lo que otros piensan y sienten.

¿Para qué sirve saber esto?

Es útil conocer nuestras dificultades para destinar mayor energía a lo más difícil pero conveniente.

Es decir, si tenemos que comprender a nuestro hijo porque está teniendo dificultades en sus estudios, en el comportamiento, en sus relaciones afectivas, nos conviene saber que él no quiere saber de sí mismo y que nosotros no podemos comprenderlo porque tampoco queremos conocernos.

Por lo tanto, aunque parezca sencillo ayudarlo, tenemos que destinar más energía para vencer estas dos resistencias a conocernos: la nuestra y la del niño.

Aunque no seamos profesionales de la salud mental, nadie (dije: «nadie»), puede ganar lo necesario para vivir sin vincularse y para hacerlo mínimamente tenemos que saber de los seres humanos, fundamentalmente de nosotros mismos.

El obstáculo más grande se presenta cuando creemos conocernos a partir de contar con un modelo ideal, imaginado, inventado por nuestra fantasía, totalmente desajustado de lo que realmente somos.

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13 comentarios:

Amanda dijo...

Sé más de este planeta lejano que es mi esposo, que de mi jefe. Y qué!

Facundo Negri dijo...

Conviene saber que en general somos más viejos y enfermos de lo que pensamos.

Noelia dijo...

Facundo tiene razón, y agrego: conviene saber que en general no somos iguales a lo que dice nuestra madre.

Mariana dijo...

Sé que no me conozco lo suficiente... lo que sucede es que no me gusta andar espiándome.

Martín dijo...

Estoy acostumbrado a que sea mi madre la que me dice qué es lo que me conviene.

Jacques dijo...

La verdadera intención de lo que hacemos, viene atada al deseo.

Ulises dijo...

Lo que tienen que saber de la psiquis, los trabajadores de la salud mental, es que tienen que cuidársela, porque si están en el ramo, ya indica que vinieron medio fallados.

Alicia dijo...

No estoy de acuerdo con Ulises. Ese es un prejuicio que surge de la especial atención que ponemos, los que trabajamos en salud mental, en observar a nuestros colegas. La locura anda por todos lados.

Guillermina dijo...

Mis ideas no hacen más que justificar mis deseos, y mis deseos... andan recolectando más ideas para sentirse justificados.

Jorge dijo...

Los perros saben mucho de los seres humanos. Por eso viven de arriba.

Axel dijo...

Ahora contamos con más elementos técnicos para criticar lo que otros piensan. (Escribir un comentario está al alcance de cada vez más y más gente).

Daniela dijo...

Supongo que la mayoría de las personas dirán que saben lo que sienten y que además ese saber les interesa. Son ustedes los psicoanalistas, los que vienen a ponerlo todo en duda!

Penélope dijo...

Ulises: si piensas lo que piensas, ¿qué haces, leyendo esto?