Los malos y muy malos cometemos fechorías, los buenos y muy buenos son tan tolerantes que parecen ser nuestros cómplices.
11 comentarios:
Marta
dijo...
No sé si a los tolerantes habría que calificarlos necesariamente de buenos, pero lo cierto es que hay personas que son tolerantes en demasía, y permiten que quienes avasallan sean los que decidan.
Odio pasar por cómplice de cosas que no comparto. A veces me pasa así, no tanto por tolerante, sino por mi afán de quedar bien con dios y con el diablo.
De acuerdo con Norton pero con la salvedad de que a veces lo que está mal y lo que está bien, no queda del todo claro. Las cosas no son blancas y negras. Cuando uno saca a luz los grises, a menudo se malinterpreta, se entiende que uno no se compromete, o que quiere quedar bien con todos, o que está del lado del enemigo. Esto nos pasa seguido a los que intentamos tener una postura comprensiva y abarcativa de la realidad.
No estoy de acuerdo con etiquetar a las personas. Eso de bueno y malo me parece muy infantil. Las personas somos complejas y clasificarlas para lo único que sirve es para alimentar los prejuicios.
11 comentarios:
No sé si a los tolerantes habría que calificarlos necesariamente de buenos, pero lo cierto es que hay personas que son tolerantes en demasía, y permiten que quienes avasallan sean los que decidan.
Ud. no es malo, doc.
Mieres no se refiere a él mismo, está haciendo hablar a un personaje. A estas alturas tendrías que haberte dado cuenta, Carolina.
Odio pasar por cómplice de cosas que no comparto. A veces me pasa así, no tanto por tolerante, sino por mi afán de quedar bien con dios y con el diablo.
Es un tema de dignidad. Lo que está mal, está mal, y hay que ser muy claros. Tener carácter es defender nuestra forma de pensar.
De acuerdo con Norton pero con la salvedad de que a veces lo que está mal y lo que está bien, no queda del todo claro. Las cosas no son blancas y negras. Cuando uno saca a luz los grises, a menudo se malinterpreta, se entiende que uno no se compromete, o que quiere quedar bien con todos, o que está del lado del enemigo. Esto nos pasa seguido a los que intentamos tener una postura comprensiva y abarcativa de la realidad.
Cuando queremos mucho a alguien, nos vemos tentados de ser cómplices de sus fechorías, aunque a veces esto no los beneficie.
Hay que reconocerle algo a la gente que es predominantemente mala. A menudo son más sinceros que los buenos.
No estoy de acuerdo con etiquetar a las personas. Eso de bueno y malo me parece muy infantil. Las personas somos complejas y clasificarlas para lo único que sirve es para alimentar los prejuicios.
Para mí el cómplice es el más detestable. El que comete la fechoría es el que más se la juega, el que de alguna manera se hace responsable.
Los hombres son más cómplices entre sí que las mujeres.
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