Textos pequeños pero concentrados.
La muerte no precisa buscar clientes. Todos nacemos asociados.
En realidad la vida puede resumirse como un gran velorio: todos acompañamos a los que siguen vivos.
Es que a la muerte le gustan todos aquellos que admiran su obra.
La muerte no tiene elegidos; nos gobierna de una forma inexorablemente democrática.
Claro, porque el que va al velorio tienta a la muerte. Sobre todo si cuenta chistes.
La muerte prefiere a los jóvenes, por eso siempre está atenta a los accidentes de tránsito.
Algunos prefieren morirse antes que jurar la Constitución.
Creí que era un velorio, o una macumba, o un casamiento, o una fiesta de quince. No; era Iemanyá.
La muerte pasa lista en los velorios y siempre hay un distraído que no dice presente.
Desde que está de moda el violeta, he sentido un gran alivio de luto.
Los clientes de la muerte no gastan.
La muerte encuentra a sus deudores entre quienes arriesgan su vida.
Mi padre no lo sabía, ni me lo dijo, así que asistí a los velorios sin hacerme ningún problema.
A medida que se eleva la esperanza de vida, la muerte se ve obligada a mostrar sus caras más crueles y perversas. Anda rondando entre viejos postrados y lentas agonías.
A la muerte no le gusta que se le distraigan. Varias veces ha saboteado la producción de morfina.
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15 comentarios:
La muerte no precisa buscar clientes. Todos nacemos asociados.
En realidad la vida puede resumirse como un gran velorio: todos acompañamos a los que siguen vivos.
Es que a la muerte le gustan todos aquellos que admiran su obra.
La muerte no tiene elegidos; nos gobierna de una forma inexorablemente democrática.
Claro, porque el que va al velorio tienta a la muerte. Sobre todo si cuenta chistes.
La muerte prefiere a los jóvenes, por eso siempre está atenta a los accidentes de tránsito.
Algunos prefieren morirse antes que jurar la Constitución.
Creí que era un velorio, o una macumba, o un casamiento, o una fiesta de quince. No; era Iemanyá.
La muerte pasa lista en los velorios y siempre hay un distraído que no dice presente.
Desde que está de moda el violeta, he sentido un gran alivio de luto.
Los clientes de la muerte no gastan.
La muerte encuentra a sus deudores entre quienes arriesgan su vida.
Mi padre no lo sabía, ni me lo dijo, así que asistí a los velorios sin hacerme ningún problema.
A medida que se eleva la esperanza de vida, la muerte se ve obligada a mostrar sus caras más crueles y perversas. Anda rondando entre viejos postrados y lentas agonías.
A la muerte no le gusta que se le distraigan. Varias veces ha saboteado la producción de morfina.
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