sábado, 12 de febrero de 2011

Soy tan pobre que ni mi cuerpo es mío

Aplaudimos los tratamientos curativos gratuitos, aunque atrofian nuestro instinto de conservación y debilitan el sistema inmunógeno.

En otro artículo (1) les comentaba que los pacientes de psicoanálisis deben pagar los honorarios que les cobre su psicoanalista, con dinero ganado y/o ahorrado por el propio paciente.

Algunas culturas tienen un criterio perverso respecto a la administración de salud de los ciudadanos.

El sentido común de los gobernados sostiene que la salud gratuita es un beneficio que deben agradecer, la apoyan con gran entusiasmo y convicción.

La perversidad está en que eso que parece beneficiarlos, en realidad los perjudica.

En otras palabras, el ciudadano beneficiario de la atención de su salud en forma gratuita, la acepta, la agradece, la aplaude y sin embargo, lo perjudica.

Circula un mini-relato en el que se cuenta que a un analfabeto se le encomendó la tarea de llevar una hoja escrita a ciertas personas. Cuando la entregó, los destinatarios comenzaron a pegarle. El analfabeto entregó la orden de ser castigado porque no supo leer el mensaje.

Nuestra psiquis se perturba fuertemente cuando nos enfermamos o accidentamos.

En búsqueda de un pronto reequilibro de las emociones alteradas, nuestra imaginación se dispara y toda nuestra personalidad regresa a la madurez emocional, afectiva e intelectual que teníamos con aproximadamente 5 años.

Cuando la recuperación de nuestra salud no la pagamos con dinero ganado y ahorrado por nosotros mismos, reaparecen las fantasías de que los que realmente pagan (los padres o el estado, por ejemplo), son los verdaderos responsables de nuestra integridad y salud física.

Con este alivio de responsabilidad que la gratuidad instala en nuestra mente infantilizada, nos cuidamos menos, dejamos que el estado se haga cargo de conservar un cuerpo que en realidad es solo mío, y peor aún: nuestro instinto de conservación se atrofia.

(1) No hay mal que por mal no venga

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11 comentarios:

Lautaro dijo...

Estoy de acuerdo en que el instinto de conservación se atrofia. De todos modos, si ciertos servicios sanitarios no fueran gratuitos, la realidad sería que muchos no accederían a ellos. Podemos inventarnos una filosofía de vida que nos permita no hacer gastos en salud, como consecuencia de verse desbordado ante las dificultades económicas.

Osvaldo dijo...

Se comete el mismo error con al educación de nuestros hijos. A pesar de que la educación pública ofrece innegables beneficios, tiene como contrapartida que muchos padres llegan a confundir las cosas, pensando que la escuela es la responsable de la educación de sus hijos.

Morgan dijo...

La salud tiene un componente gratuito que proviene de la fortaleza que nos ha tocado en suerte.

Isabel dijo...

Otro aspecto del asunto que tú planteas, es que muchas veces se relaciona la atención gratuita con una atención de segunda clase. Esto complica las cosas desde el principio.

Roque dijo...

Las pensiones por discapacidad, son positivas cuando están bien indicadas. Le permiten al individuo algo de independencia y autonomía en sus gastos más personales.

Yenny dijo...

Saqué un préstamo para pagar mi terapia. Lo pago en cuotas pequeñas y con un interés muy bajo. Como pagué un año por adelantado, ahora tengo la sensación de que mes a mes me atiende gratis porque me ama.
Qué disparate, no?!

Laura dijo...

Tengo que admitir que mi integridad está bastante compartimentada. Eso piensa Laura, aunque Judith no está de acuerdo y a Enzo no le gusta que se hable del tema.
Ahora yo soy Laura, así que no le preste atención a los demás.

Lautaro dijo...

Una enfermedad o accidente no me vendría del todo mal porque a los 5años tenía un equilibrio emocional envidiable.

M. Eugenia dijo...

No le parece que el estado de cosas sería peor si no se instrumentaran políticas para beneficiar a los sectores pobres?

Selva dijo...

Pregunto; cuando una persona tiene una madurez emocional que no supera los cinco años y se enferma, a qué estadio regresa?

Pablo dijo...

Cada vez que recupero mi salud, algún envidioso quiere arrebatármela.