sábado, 5 de febrero de 2011

La agricultura y los juegos de azar

La creencia en que es necesario «dar para recibir», tiene su máxima expresión en los juegos de azar.

Los primeros pobladores del planeta (Adán, Eva, Abel, Caín, Set y otros personajes bíblicos), eran recolectores: se alimentaban de lo que encontraban.

Cuando fueron muchos y tenían que recorrer grandes extensiones para conseguir tanta comida, decidieron cultivar la tierra para poder afincarse.

Fue en ese entonces cuando (estoy imaginando) desarrollaron una lógica que surge de cómo interpreta nuestro cerebro el vínculo con la tierra.

Esa lógica es elemental, básica y todos la conocemos bien: si sembramos la tierra, luego cosecharemos mucho más de lo que sembramos: Plantando una papa, al tiempo tendremos cientos.

En algún momento, el cerebro humano se desarrolló tanto que pudo sacar conclusiones aún más sofisticadas (no necesariamente correctas) y llegó a la convicción de que para recibir, tenemos que dar.

En otras palabras, la riqueza, la abundancia y la fortuna, también responden a la misma lógica: sembrar para cosechar, dar para recibir, perder para ganar.

Forma parte de nuestro funcionamiento cerebral, la creencia en fuerzas ocultas, misteriosas, mágicas.

La unión de un primitivo pensamiento mágico más la lógica de «dar para recibir», pudo haber sido el comienzo de los juegos de azar.

Muchos apostadores están convencidos de que lo más importante es tener fe y cuando pierden, su razonamiento supersticioso, prodigioso y primitivo los lleva a convencerse de que no tuvieron la fe suficiente en algún personaje imaginario en el que creen (la diosa fortuna, por ejemplo).

Los salones destinados a las máquinas tragamonedas (imagen), permiten que los apostadores dialoguen individualmente con su suerte, pero en realidad es un fenómeno colectivo porque esos dispositivos emiten un sonido característico para que todos se enteren de que alguien ganó porque tuvo la fe suficiente.

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10 comentarios:

Ingrid dijo...

Y sin embargo la fe es parte de lo que puede hacer nuestro organismo para lograr un cambio. Parece ser que "hacerse la fe" puede dar resultado; claro que, muy de tanto en tanto.

Eva dijo...

Su razonamiento
supersticioso/prodigioso/primitivo
me quema la cabeza
hasta que me alivio
comiendo manzanas
comiendo manzanas
comiendo manzanas.
Y nunca quice convidarle
porque su mente está que arde
porque le teme a la serpiente
y quien sabe si su suerte
será morir envenenado
o de este maldito Paraíso
expulsado/defraudado/estafado.
Dios sabrá si su suerte
es ser ignorante eternamente.

Lumpencan dijo...

-Lo lamento Señor, la Diosa Fortuna no está disponible. Puedo ofrecerle a Fortunata, que se revuelca como una gata.
-No hace falta, yo la espero. Si no la veo hoy, me muero.
-Qué trágico mi Señor! no se ponga usted tan chulo. Mire que también está Eugenio, que se la enchufa por el culo.
-Por qué me ha tomado, mi compadre! A mí no me la mete nadie. Vaya, vaya, hágase humo, que la espera me la fumo.

Casilda dijo...

Lo que me revienta es que las fuerzas se ocultan cuando tengo que salir a trabajar.

Joe Black dijo...

Lucrecia decía muy ufana,
que todo de arriba se le daba.
Un mal día
cumpliose su destino,
cuando un rayo la interceptó
en el medio del camino.

Facundo Negri dijo...

Mi cerebro interpreta que a la tierra vamos. Y por más que le entreguemos nuestro cuerpo, lo cierto es que no te devuelve ni el alma.

Soledad dijo...

Dar no significa que luego vamos a recibir, a veces no funciona.

Hugo dijo...

No veo por qué Soledad repite lo que dijo el Licenciado.
(hoy no estoy para aguantarle pulgas a nadie)

Sandra39 dijo...

Los primeros pobladores del planeta eran recolectores, y muchos de los de ahora también. Sólo que hoy los frutos y raíces son para los caballos.
Se consume a partir de lo que se gana con los materiales reciclables.

Magela Hestriñer dijo...

Cuando el vecino tira de la cisterna, recupero algo de fe y sigo comiendo compota de ciruelas.