domingo, 2 de mayo de 2010

Las marionetas soberanas

Las buenas intenciones desplegadas hasta ahora por toda la humanidad y durante milenios, no han logrado que la brecha entre pobres y ricos se reduzca o desaparezca.

Por tanto me siento autorizado a pensar que casi todo lo que se hizo hasta ahora, son soluciones ineficaces o contraproducentes.

Por eso, si hasta ahora hemos sostenido que el ser humano cuenta con libre albedrío (1), es oportuno quitar esta suposición del medio.

En el artículo titulado Mi amo me ama, sostengo que el concepto «rectitud», nos anula la inteligencia, y nos obliga a desplazarnos en un único sentido (derecho).

Entonces, todos los que viven en «el camino recto», carecen de libre albedrío. Estar dentro de la ley, ser honestos, someterse a la moral, implica estar determinados (obligados, condicionados, sometidos).

El código de mayor jerarquía, no proviene precisamente de las leyes que votan los parlamentos, sino que es el diccionario.

Nadie sabe quién inventa los vocablos, pero es imposible vivir sin cumplir con las reglas gramaticales.

Por lo tanto, el lenguaje es otra limitante al supuesto libre albedrío.

La Real Academia Española, sólo se encarga de publicar las normas lingüísticas que nos someten a todos.

Por lo tanto, para recibir el imprescindible amor (sin el cual pereceríamos), tenemos que seguir «el camino recto» que nos imponen nuestros cuidadores (madre, padre, maestros, etc.) y además tenemos que pensar y hablar como nos indica el despótico código gramatical.

Un presidiario que habita las veinticuatro horas en su celda de tres metros cuadrados, pueden sentirse libre de rascarse la nuca, de recordar a su novia, de hacer gimnasia o quedarse quieto.

Si con estas posibilidades se siente soberano, también puede creer en el libre albedrío.

(1) ¿Qué libertad?
Soy libre de hacer lo que deba
Lexotán con papas fritas
Cállate que estoy hablando
Lo que la naturaleza no da, nadie lo presta
El enfermo acusado
El ensañamiento justiciero
Dejad que los perversos vengan a mí

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11 comentarios:

Lucas dijo...

La clave está en "sentirse soberano". El libre albedrío no existe cuando no se vivencia, más allá de todos los razonamientos que podamos hacer.

Blanca dijo...

Me parece que ud está planteando que ya tenemos bastantes limitaciones, como para agregarnos una más: seguir el camino recto.
Si por seguir el camino recto se entiende el ajustarse a las normas que honestamente uno cree correctas, no estoy de acuerdo con su propuesta.

Quintana dijo...

Para tomar decisiones no se puede seguir un camino recto. Es necesario ir y venir, explorar, detenerse, probar. Esto ocurre por ej, cuando los jóvenes deben decidir en qué prepararse para desempeñarse como futuros trabajadores. Es favorable que los muchachos se sientan libres de equivocarse y cambiar de orientación. En estos casos seguir un camino recto podría perjudicarlos para toda la vida.

Manuel dijo...

Siempre carecemos de libre albedrío, así que elegir tomar el camino recto no creo que empeore las cosas.

Oriente dijo...

El primer desamor que experimentamos cuando empezamos a conocer a otras personas fuera del ámbito familiar, nos marca la carencia del libre albedrío. Hasta ese entonces hemos sido amados por mamá, papá, los abuelos, los tíos, pero una vez que salimos fuera del hogar nos encontramos con que no le simpatizamos a la maestra, como nosotros querríamos, o que ese niño no quiere ser nuestro amigo. Empiezan las grandes limitaciones al no poder realizarnos plenamente en eso que es tan importante para todos: ser amados.

Gastón dijo...

Oriente dice que el primer desamor se experimenta fuera de la familia... Es hijo único él?

Marcos dijo...

Ud dice que el concepto rectitud nos anula la inteligencia, y algo de razón tiene. El problema es que utilizamos nuestra inteligencia para justificar lo que queremos hacer.

Clarisa dijo...

La Real Academia se rompe toda por publicar los vocablos y sus significados autorizados. Y nosotros no logramos entendernos utilizándolos.

Canducha dijo...

Nunca se me habría ocurrido llamar despótico al código gramatical, pero tiene razón.

Morgana dijo...

Tendríamos que recibir el amor imprescindible, tomando el camino oblicuo y comunicándonos con sonidos guturales.

Efraín dijo...

El lenguaje, que nos ayuda a pensar, al mismo tiempo, limita nuestras posibilidades de entendimiento.