Para una mayoría de personas comprar es algo agradable. Todos tenemos nuestras preferencias: ropa, calzado, electrodomésticos, vehículos, tratamientos de belleza.
Es muy probable que esta satisfacción especial surja de la transitoria ilusión de que así finalizará esa molesta sensación de que nos falta algo, de que nuestra escasez de alegría terminará, de que la felicitad vendrá para quedarse.
Cuando nos disponemos a disfrutar comprando, lo hacemos con un cierto método muy propio de cada uno. Tenemos un estilo personal para comprar.
Si bien sentimos que nuestra mente se colma de ideas locas, notamos que algunas neuronas se encargan de mantener el orden. La situación se parece en algo al recreo que se toman los niños en la escuela bajo el precario control de las maestras.
En el caso de que pudiéramos hacer una evaluación de cómo tomamos la decisión final de compra, veríamos que la racionalidad fue la gran ausente. Bajo un manto de inteligencia y objetividad muy fino y transparente, decidimos bajo el impulso de nuestro deseo más disfrutable.
Esto que nos pasa a quienes gozamos comprando, es bueno tenerlo en cuenta cuando nos ganamos la vida vendiendo bienes o servicios. Es necesario no perder de vista que nuestros clientes parecerán muy racionales pero nuestra oferta más tentadora suele ser la más desequilibrada.
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14 comentarios:
De esto me di cuenta cuando compramos nuestra casa después de millones de sacrificios: nos gustó el jardín del fondo.
El anillo de la alianza te obliga a tomar decisiones fatales.
En general no disfruto comprando porque no lo puedo hacer con libertad.
La alegría de comprar algo que deseaba me dura lo suficiente, no me quejo.
No me parece que seamos tan irracionales para comprar como ud dice.
Mis neuronas se especializan en mantener el orden, las más creativas están bajo control.
Mi estilo para comprar incluye el regalo forzado.
En última instancia compré la casa porque tenía techo a dos aguas.
Deje, ya intenté vender servicios irracionales y terminé perdiendo la razón yo.
Lo más saludable sería salir de compras una vez a la semana, como en los países desarrollados. Si lo haces una vez por mes el estrés es demasiado grande.
Me gusta comprar comida. La comida es honesta en lo que ofrece, el placer se termina cuando la consumiste.
Estoy seguro de que lo mío es comprar vehículos, pero aún no pude demostrarlo.
Bajo un manto de inteligencia y objetividad muy fino y transparente se esconde un mamífero con el instinto atrofiado.
Soy racional, pero no sé qué me lleva a comprar cosas que me gustan solo en el momento.
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