Mucho tiempo estuve poniéndole barreras a los otros. Mi forma de hacerlo era despreciarlos. Imaginar sus intenciones convencida de que siempre eran las peores. Algo que me ayudó a levantar algunas de esas barreras fue no prejuzgar ni imaginar intenciones. A pesar de que somos parecidos, ¡somos también tan distintos! ¿Cómo imaginar los sentimientos de otro? Las reacciones ante los mismos hechos son distintas, eso nos sugiere que cada uno vive la realidad de manera distinta. No podemos medir con nuestro patrón al otro.
El problema que tiene adoptar un punto de vista como el de Margarita es que te tomen por estúpido. Ser demasiado perspicaz tiene sus riesgos, pero pararse con inocencia ante los demás te deja regalado.
No se trata de inocencia. Es permitir que el otro llegue y percibirlo sin el afán de comprenderlo con tanta minuciosidad que al final terminás completamente desorientada. Hay que confiar más en el instinto. Nos acercamos a algunas personas y a otras no. Será un tema de afinidad, supongo. Si partimos de que hay cierta afinidad, tomémonos de las cosas simples: sentirse querido, respetado, son cosas fáciles de percibir. Pero si nos vamos a poner a juzgar cada una de las conductas del otro, vamos a encontrar diferencias, esas diferencias te ponen insegura y al final te alejás. No construís el vínculo, lo dejás roto antes de empezar.
Una cosa es comprenderse solas y otra prenderse solas. A menudo las personas nos prendemos solas de algo y resulta que ese algo es como un palo enjabonado del cual una no termina de caerse.
10 comentarios:
Mala cosa comprenderse solo.
Comprenderse solo es imposible porque nos vemos a nosotros mismos, en gran medida, a través de la mirada de los otros.
Lo que dice Norton es cierto. Por ej. los famosos se convencen de que son la gran cosa, y por eso es que a veces se atreven a grandes cosas.
NO ME COMPRENDO
Y K ÑERI!
Algunas personas sufren
otras comen
otras duermen
Yo camino.
Mucho tiempo estuve poniéndole barreras a los otros. Mi forma de hacerlo era despreciarlos. Imaginar sus intenciones convencida de que siempre eran las peores. Algo que me ayudó a levantar algunas de esas barreras fue no prejuzgar ni imaginar intenciones.
A pesar de que somos parecidos, ¡somos también tan distintos! ¿Cómo imaginar los sentimientos de otro? Las reacciones ante los mismos hechos son distintas, eso nos sugiere que cada uno vive la realidad de manera distinta. No podemos medir con nuestro patrón al otro.
El problema que tiene adoptar un punto de vista como el de Margarita es que te tomen por estúpido. Ser demasiado perspicaz tiene sus riesgos, pero pararse con inocencia ante los demás te deja regalado.
No se trata de inocencia. Es permitir que el otro llegue y percibirlo sin el afán de comprenderlo con tanta minuciosidad que al final terminás completamente desorientada. Hay que confiar más en el instinto. Nos acercamos a algunas personas y a otras no. Será un tema de afinidad, supongo. Si partimos de que hay cierta afinidad, tomémonos de las cosas simples: sentirse querido, respetado, son cosas fáciles de percibir. Pero si nos vamos a poner a juzgar cada una de las conductas del otro, vamos a encontrar diferencias, esas diferencias te ponen insegura y al final te alejás. No construís el vínculo, lo dejás roto antes de empezar.
Interpreto el planteo de Margarita así: al amigo no lo quiero perfecto, lo quiero amigo.
Una cosa es comprenderse solas y otra prenderse solas. A menudo las personas nos prendemos solas de algo y resulta que ese algo es como un palo enjabonado del cual una no termina de caerse.
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