domingo, 3 de febrero de 2013

Significante Nº 1.392



Quien condena a la sinceridad impiadosa y condena a la mentira inescrupulosa, disfruta condenando. 

7 comentarios:

Carolina dijo...

jajaja!!!!!! Es cierto. Condenar es tan fácil...

Laura dijo...

Prefiero abusar de la sinceridad impiadosa que de la mentira inescrupulosa. Cuando le damos tonos rosas a algunas verdades oscuritas, más que ayudar al que escucha la verdad, estamos ayudándonos a nosotros mismos para decirla.

Hugo dijo...

Las mentiras piadosas son muy aceptadas. A veces son necesarias, otras no. Conviene asegurarse lo más posible antes.

Marina dijo...

Por eso que dice Hugo, de que las mentiras piadosas son aceptadas, abusamos de ellas. Quedamos bien frente a nosotros mismos y frente al grupo que observa. No siempre quedamos bien con esa persona a la que le regalamos la mentira piadosa. O quedamos bien pero a la persona en cuestión termina haciéndole mal.

Evaristo dijo...

Las mentiras inescrupulosas le parecen al mentiroso, daños colaterales. El inescrupuloso cree que está haciendo lo mejor.

Sharita dijo...

También somos inescrupulosos cuanto sentimos miedo, Evaristo.

Nazareth Inglese dijo...

Cuando disfruto condenando
logro mantener la ilusión
de mi perfección.