domingo, 3 de junio de 2012

Pedir permiso para conservar la pobreza


El sentido común está diseñado para que una mayoría inhiba su ambición de enriquecer, responsabilizando a la cultura.

En uno de los primeros artículos de este blog yo les decía textualmente (1) «… supongan que ustedes están en aquel bar de Londres, hace muchísimos años, cuando llegó uno de los parroquianos más creativos y dijo que había inventado un juego que movería millones de dólares. ¡Se imaginan cómo se rieron de él cuando tuvo que explicar el golf!»

Este ejemplo sigue siendo paradigmático de cómo el sentido común está diseñado para que sólo ocurran los fenómenos económicos menos rentables, esos que pueden ocurrírseles a miles de personas: vender revistas, lavar autos, cuidar niños.

Las personas que se sienten más seguras porque poseen el sentido común más popular, son las que si les proponen ganar $ 500.- en una semana contando con un capital inicial de $ 5.-, sólo podrán pensar a partir de ese capital pero nunca pensarán en cómo ganar $ 500.- en una semana a partir de nada, quitándose de la cabeza el tremendo obstáculo de tener que ajustarse a una cantidad irrisoria. Surgen muchas más ideas a partir de no tener dinero que a partir de tener $ 5.-.

Las personas creativas son las que arriesgan, pero no necesariamente arriesgan dinero, arriesgan cosas mucho más valiosas... para algunos.

La consigna que defienden los «audaces, atrevidos y desvergonzados», dice: «Es preferible pedir disculpas antes que pedir permiso».

Probablemente los «educados, considerados y respetuosos» no son otra cosa que «timoratos, apocados y reprimidos».

La necesidad de pedir permiso tiene implícita la esperanza de que este no sea concedido, gracias a lo cual quien sólo tenía fantasías productivas pero ningún interés en mejorar económicamente, encontró esa fórmula para que la responsabilidad del empobrecimiento la tuvieran las políticas represivas de su cultura.


 

9 comentarios:

Gabriela dijo...

Tengo una enorme dificultad para pensar cómo ganar dinero a partir de la nada (la nada de dinero). Sé que cuento con un capital personal de recursos humanos y habilidades para explotar, pero... tendría que hacerme un espacio en la cabeza.

Chapita dijo...

Creo que no siempre tengo el sentido común más popular, pero me pasa lo mismo que a Gabriela, me cuesta imaginar ese tipo de negocios.

Marcos dijo...

El ejemplo del golf es genial! Pero claro, a emprendimientos de ese tipo hay que dedicarles mucho tiempo, alma y vida. Uno tiene que estar muy motivado.

Lucas dijo...

Sí, creo que Marcos dio con un punto muy importante: la motivación. Nuestro cuerpo tiene que estar enfocado en la dirección del proyecto, para poder sacarlo adelante.

Estela dijo...

Las mujeres con hijos que aún son niños o adolescentes, no podemos meternos de lleno en proyectos que van a exigirnos mucho. Mucha creatividad, pero sobre todo mucha cabeza, sentimientos y ganas puestos en eso. Las madres, trabajamos dentro y fuera del hogar. Tenemos siempre presentes a nuestros hijos y a nuestro esposo. En el trabajo, a menudo estamos muy entusiasmadas y ahí también generamos proyectos y ponemos el cuerpo para llevarlos adelante. Esos proyectos nos llevan a estudiar, a reunirnos con gente, a aplicar la paciencia y la tolerancia, a tener siempre en juego nuestros afectos, a conservar una actitud responsable, crítica, reflexiva... En fin, a muchas de nosotras nos gustaría y nos vendría muy bien ganar más dinero, pero es difícil, che.

Norton dijo...

Lo que no podemos es responsabilizar a la cultura. Cierto que la cultura nos limita, pero estamos dentro de esa cultura, así que ya aprendimos a manejarnos dentro de ella.

Lautaro dijo...

Para que se nos ocurran fenómenos económicos rentables, tenemos que hacer con nuestra cabeza algo así como una puerta giratoria. Ver qué es lo que está en cada tramo, dar vueltas, entrar y salir del lugar en el que estábamos, ubicarnos en otro tramo de la puerta giratoria. Y todo eso sin marearnos!

Silvina dijo...

Voy al título: ¨pedir permiso para conservar la pobreza¨. Me resulta un título difícil. Me obliga a pensar. ¿A quién le pedimos permiso? Quizás al sentido común, o a la cultura predominante. Y le pedimos permiso para continuar en una situación desventajosa: la pobreza. O sea que queremos seguir pobres. Pedimos por favor que nos permitan conservar esa pobreza. ¿Por qué? Si enriquecemos quizás seamos envidiados, tendremos que tomar decisiones difíciles, muchos de nuestros seres queridos quizás no nos comprendan, tendremos sobre nuestras espaldas la responsabilidad de parte del destino de muchas personas. Sólo de pensarlo me agota.

Evaristo dijo...

No tiene que ser necesariamente como lo piensa Silvina. Puede ser un trabajo placentero y distendido. Puede generarnos buenas ganancias, pero no es obligatorio convertirse en rico. Podemos hacerlo solos o acompañados por un pequeño grupo de personas. Las responsabilidades pueden estar compartidas. Se pueden delegar tareas.
El trabajo puede convertirse en un punto de encuentro, que nos enriquezca sin estresarnos.