La pobreza puede ser un fenómeno determinado por el
inconsciente porque padeciéndola el sujeto olvida peripecias más penosas que la
pobreza misma.
En otros artículos (1) he mencionado un
aforismo característico del psicoanálisis según el cual «repetimos para no recordar».
Es conocido
por todos el otro aforismo según el cual «el hombre es el único animal que
tropieza dos veces en la misma piedra».
Estas «sentencias breves que se proponen como reglas en
psicoanálisis»
(aforismos), nos llaman la atención sobre una particularidad de nuestro
cerebro, que en algunas personas genera la creencia en el destino, definido
como esa «fuerza desconocida que actúa
sobre los hombres y los sucesos».
Quien
pierde varias veces su fortuna, o incurre en varios divorcios, o tiene muchos
accidentes, a cual más inexplicable, quizá esté repitiendo una escena
traumática para no recordar lo que está asociado a ella.
Como
corresponde a nuestra inteligencia natural, para esa persona es menos penoso
tener varios accidentes automovilísticos que recordar que la madre lo regaló a
una tía y que años después lo reclamó, chocando en el automóvil que los llevaba
de nuevo a la casa de la que nunca debió ser expulsado.
Por algún
mecanismo difícilmente explicable, la cabeza de esa persona logra olvidar su
triste historia si cada tanto se ve enfrentada realmente a repetir aquel
accidente automovilístico ocurrido cuando la madre lo obligó a abandonar la tía
que tanto quería, con lo cual él «se quedó sin el pan y sin la torta»: primero
se quedó sin la mamá (porque ella lo regaló) y luego se quedó sin la tía, a la
que había aprendido a querer como a una madre.
La pobreza
persistente, rebelde, resistente a los esfuerzos por salir de ella, puede ser
un fenómeno que se repite para no recordar algo mucho peor.
(1) «Tú te quedas»
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9 comentarios:
Yo una de las cosas que no quiero recordar es la mirada de desprecio de mis compañeras de liceo, cuando veían que mi padre me llevaba a los cumpleaños de quince en una camioneta vieja y rotosa.
Puede que repitamos el divorcio de nuestros padres, divorciándonos luego de adultos nosotros mismos. En ese caso lo que no querríamos recordar es el dolor que vivimos cuando ellos se separaron.
Cada dos por tres estoy sufriendo algún accidente, y creo que es porque prefiero pensar en los huesos rotos, que en otras cosas más importantes que se me han ido rompiendo con el tiempo.
En realidad todos tenemos el destino marcado. Para darnos cuenta alcanzaría con que viajáramos en el tiempo.
Varias veces perdí mi fortuna, y junto con ella a mi mujer, mis hijos, mis amigos.
Quizás lo que siempre he querido es empezar una nueva vida, porque la que llevo no termina de conformarme.
Existen muchas fuerzas desconocidas que actúan sobre nosotros y sobre los sucesos que irrumpen en nuestro planeta. A veces porque se alinean los planetas del sistema solar, otras veces porque fuimos a desayunar y se nos terminó la manteca, otras porque nos dimos cuenta de que amábamos a alguien.
Lo peor que se puede recordar es el sufrimiento que está acompañado de ira y culpa.
Hay que tenerle fe a la inteligencia natural. Aunque sea medio catastrófica. Ella sabe lo que hace. Una pena que nosotros no nos enteremos.
La pobreza persistente no quiere recordar el dolor y la ira que le provoca la riqueza.
La pobreza rebelde, hace cualquier cosa que esté a su alcance para tomar venganza, hacer justicia, o arreglar el mundo. Lo mejor, aunque un poquito exigente, sería esto último.
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