martes, 29 de mayo de 2012

Significante Nº 1.201


"No soporto a la gente triste porque es obvio que para ser feliz no les alcanza con que yo exista."

9 comentarios:

Julia A. dijo...

¡Ah, ah, ah!!! No me había enterado de la noticia: "Dios se llama Fernando" ¡¡¡ Mirá vos!!! (Perdón, Lic.)

Soledad dijo...

Se pude ser gente triste y poseer las cosas más valiosas: amores como el de un hijo, una pareja, una profesión, amigos.

Evangelina dijo...

Cada uno de nosotros es una maravilla puesta sobre la faz de la tierra. Por eso no ver a los que nos rodean es una grave enfermedad, y hay que tratarla.

Lautaro dijo...

Entiendo tu pensamiento, Evangelina, pero que cada uno de nosotros sea una maravilla... cuando hay tantas personas que nos hacen sufrir, que nos matan a un ser querido... Puede que en términos generales tengas razón, pero claro, depende mucho de qué hacemos con quienes tenemos a nuestro alrededor.

Gabriela dijo...

A mí me pasó tener un hermano con el que conviví 17 años, y luego seguí viendo en forma bastante regular. Sin embargo nunca me sentí acompañada ni amada por él. Yo tampoco lo amaba. Hasta que un día las cosas se dieron vuelta; fue hace poco. Parece cuestión de magia, pero les juro que no lo fue. Tuvimos una conversación muy honesta, muy fuerte. A partir de ahí cambiaron las cosas. Ahora lo siento como parte de mi vida. Pienso en él, me preocupan sus problemas, trato de ayudarlo, él me ayuda a mí, nos escuchamos, nos demostramos el afecto. Fue como si un buen día sacara el Cinco de Oro, y todo cambió.

Iñaqui dijo...

Tuve un único hijo que murió siendo muy jóven. De no ser por el amor de mi marido, no sé si yo habría seguido adelante con mi vida.

Graciela dijo...

perdón, el inconsciente me jugó una mala pasada y firmé con el nombre de mi marido. Yo me llamo Graciela, Iñaqui es mi esposo.

Iliana dijo...

Yo no soporto a las personas tristes porque me identifico con ellas, y me ponen mal, me bajonean mucho.
Tengo que empezar por ir resolviendo las cosas que a mí me tienen tan triste.

Gastón dijo...

Mi madre era depresiva y llegué a odiarla (a pesar de que la amaba mucho). Sentía justamente eso que dice Mieres, que yo no le alcanzaba para que fuera feliz.