lunes, 7 de mayo de 2012

Significante Nº 1.182


Comencé a quererla porque parecía más extraña de lo que yo suponía, pero ahora la amo porque es más extraña de lo que yo podía suponer.

7 comentarios:

Gabriela dijo...

Cuando vamos profundizando en el conocimiento de una persona, vamos descubriendo sus complejidades, sus matices, sus naturales contradicciones. Y cuando llegamos a ese punto, sin prejuzgar ni desanimarnos antes, es que logramos amar.

Elena dijo...

Las personas superamos a las orquídeas en su enorme variedad. Cada una tiene su belleza particular, y todas somos personas dignas amor, así como las flores son todas flores. Todas bellas y diferentes.

Lautaro dijo...

A mí me resulta más fácil amar a las personas que se me parecen. Aunque me doy cuenta que esa es una manera de quererme a mi mismo.

Evaristo dijo...

Enriquece más querer a personas diferentes, pero eso exige que primero nos conozcamos a nosotros mismos y que no nos fusionemos con el otro.

Margarita dijo...

Creo que muchos de nosotros tenemos una tendencia a inferiorizar al que es distinto. El que es distinto nos cuestina nuestra forma de ser, sólo por ser de otra forma, no porque nos enfrente ni nos critique.

Filisbino dijo...

Así como nunca terminamos de conocernos a nosotros mismos, entre otros motivos porque vamos cambiando, del mismo modo es que nunca terminamos de conocer a los demás.

Irene dijo...

Por eso que dice Filisbino es que no conviene etiquetar a las personas. Eso nos hace sentir más seguros. Del mismo modo nos sentimos más seguros cuando nos etiquetamos a nosotros mismos. De ese modo creo que nos cristalizamos y cristalizamos a los demás. Le tenemos miedo al cambio porque erróneamente creemos que ¨más vale malo conocido que bueno por conocer¨.