lunes, 11 de abril de 2011

Significante Nº 887

Las dificultades matrimoniales surgen porque la magia de ser mujer intenta convivir con la realidad de ser hombre.

7 comentarios:

Yolanda dijo...

Qué quiere decir con esa foto? Que los hombres son unos degenerados que sólo buscan encontrar la oportunidad para voltearse a alguna mujer?

Hernán dijo...

No sea tan amarga, Yolanda. Se trata de la exageración propia de todo chiste. Es cierto que los hombres siempre deseamos poseer sus maravillosos cuerpos, pero no se trata de sorprenderlas para que hagan una (con perdón de la palabra) cagada.

Alba dijo...

Todavía no descubrí cual es la magia de ser mujer, doc.

Daniel dijo...

Lo que puedo decir con respecto a la realidad de ser hombre, es que vivimos vapuleados por emociones y responsabilidades ancestrales. La responsabilidad de fecundar, conseguir alimento y proteger a las hembras y a las crías. Las fuertes emociones que nos imponen adueñarnos de ustedes para poder controlarlas, con el fin de que se hagan cargo de las crías y aseguren la continuidad de la especie.
Ustedes las damas, han evolucionado más en ese sentido. Tienen la maravillosa doble cualidad de ser intuitivas y razonables porque pueden llevar una existencia más tranquila, ya que así lo exige su sagrada tarea de cuidar al cachorro, tarea que desarrolla esa doble cualidad de la que acabo de hacer mención.

Yannet dijo...

Para mí la magia de ser mujer pasa por victimizarse y a pesar de todo estar impecable.
Sé que esto no es justo para con todas las mujeres. Muchísimas son en verdad víctimas y ese sufrimiento no les permite estar "impecables".

Emilia dijo...

Para nada estoy de acuerdo con Yannet. "La magia de ser mujer" pasa por su inteligencia emocional, es decir por su capacidad de sensibilización y empatía.

Alexandra dijo...

Esa postura es chévere. Así tú puedes manejar el ritmo de la penetración y tu pareja llegar profundo con su pene. Para hacerlo más rico, puedes añadir unos juguetes muy bonitos, como las velas aromáticas. Así es que puedes vertir la cera de la vela sobre la espalda de tu amante y provocarle sensaciones bellas y muy sensuales.