Compré un libro y descubrí que estaba lleno de consejos para mí. Eso me puso muy feliz. Volví a la misma librería y compré otro. Ese contaba mi vida, era maravilloso. Seguí comprando libros en la misma librería y descubrí que todos los libros hablan de mí. La primer cosa razonable que encuentro en este mundo.
Para respirar la vida del lector, para llenarse los pulmones de lector, hay que andar por las calles, acodarse en los boliches, andar por los suburbios, codearse con los más ricos, conocer delincuentes y curas, marías auxiliadoras y prostitutas, banqueros y artesanos, piratas y agricultores... Ay! la vida y su diversidad... Ay! la vida del escritor...
Al lector me lo imagino cómodamente arrellenado en un sillón, de piernas cruzadas, con la raya del pantalón bien marcada por la plancha. Igual que al lector de "Continuidad de los Parques". Pero ese ser abstracto que es el lector, tiene otras características. No se puede hablar del lector pensando en las minorías. Al lector lo definen las mayorías; las minorías siempre han sido relegadas. El lector es un ser que lee mensajes en el celular mientras cruza la calle. Es un tipo que lee el volante que le dan en la calle con la dirección de la casa de masajes, es el que se para en las esquinas a ver como salió Peñarol, el que de vez en cuando va a ver una película que no esté doblada, es el que busca infructuosamente los nombres de las calles en las esquinas, es el que busca en cada parada el recorrido de los ómnibus, el que lee la hora, el que busca en el almanaque, es el que lee la letra grande del instructivo del LCD, el que lee los precios en la carnicería. Ese es el lector que quema sus pestañas.
10 comentarios:
No existe novela que no tome aire de la vida del lector.
Hay libros que te parten la cabeza.
Compré un libro y descubrí que estaba lleno de consejos para mí. Eso me puso muy feliz. Volví a la misma librería y compré otro. Ese contaba mi vida, era maravilloso. Seguí comprando libros en la misma librería y descubrí que todos los libros hablan de mí.
La primer cosa razonable que encuentro en este mundo.
Y cuando la vida del lector se inspira en una novela, ni le cuento!
Para respirar la vida del lector, para llenarse los pulmones de lector, hay que andar por las calles, acodarse en los boliches, andar por los suburbios, codearse con los más ricos, conocer delincuentes y curas, marías auxiliadoras y prostitutas, banqueros y artesanos, piratas y agricultores... Ay! la vida y su diversidad... Ay! la vida del escritor...
Ah sí! a mí esas son las únicas novelas que me enganchan.
Los escritores son la memoria de la humanidad.
Al lector me lo imagino cómodamente arrellenado en un sillón, de piernas cruzadas, con la raya del pantalón bien marcada por la plancha. Igual que al lector de "Continuidad de los Parques".
Pero ese ser abstracto que es el lector, tiene otras características. No se puede hablar del lector pensando en las minorías. Al lector lo definen las mayorías; las minorías siempre han sido relegadas.
El lector es un ser que lee mensajes en el celular mientras cruza la calle. Es un tipo que lee el volante que le dan en la calle con la dirección de la casa de masajes, es el que se para en las esquinas a ver como salió Peñarol, el que de vez en cuando va a ver una película que no esté doblada, es el que busca infructuosamente los nombres de las calles en las esquinas, es el que busca en cada parada el recorrido de los ómnibus, el que lee la hora, el que busca en el almanaque, es el que lee la letra grande del instructivo del LCD, el que lee los precios en la carnicería.
Ese es el lector que quema sus pestañas.
A mi novela familiar sólo tiene acceso mi analista.
El lector, cuando se inspira y lee de verdad, le da vida a la novela. El resto del tiempo, la novela es sólo un objeto, llamado libro.
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