En otro artículo de reciente publicación (1), he compartido con usted algunos comentarios que refieren a los burócratas, empleados públicos o trabajadores del Estado.
El interés en el tema está en que podemos mejorar nuestro beneficio si sabemos cómo y por qué funcionan como lo hacen.
Una idea central a tener en cuenta, es esta:
«Ellos son como son, así que olvídese de que usted podrá cambiarlos».
Todo indicaría que con un poco de buena voluntad, si todos incendiáramos una oficina pública por día, si existiera la cadena perpetua para quien extravíe un expediente o la pena capital para quienes lleguen tarde a sus lugares de trabajo, todo andaría mejor.
Esta creencia es otra falacia en la que se sustenta el sentido común.
Por el contrario, la comprensión, el amor, la paciencia, la tolerancia, el ingenio, la capacitación para interactuar eficazmente con nuestro Estado, son los únicos medios idóneos.
Tómese el tiempo que necesite su incredulidad, pero terminará aceptando lo que le digo.
Es muy importante que usted sepa hablar con un funcionario público.
Para ello, primero debe reconocer que el idioma castellano no es el correcto. El único idioma correcto, es el que ellos manejan como propio.
Por ejemplo, tiene que saber qué es un «formulario dostreinta», un «transitorio», un «neutro». Cualquier otra cosa que usted diga, estará mal.
Ocurre en cualquier país que usted visite: si no sabe hablar el idioma local, será destratado, abusado, ignorado, estafado. Las oficinas del estado constituyen un territorio dentro del territorio nacional.
No se resista, acéptelo que le conviene.
En este sentido, si usted exhibió ese acto de sumisión de «hablar el idioma de ellos», debe aceptar que ellos saben mucho más que usted y que, por lo tanto, hasta el más nuevo de los funcionarios, tiene poder sobre usted.
Continuará.
(1) ¿Cuántos burócratas ha matado en su vida?
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11 comentarios:
Creo que no siempre es hablar el mismo idioma nuestro, pues nosotros sabemos ponernos a la altura del cliente si viene con amabilidad y no, ya directamente con un fierro pues está proclive a que todo va a ir mal.
Como funcionaria del BROU (a quien mi sueldo lo paga el banco (Gracias a que por nuestro trabajo tiene ganancias) y NO LA GENTE, y cuando hago paro ME LO DESCUENTAN)me siento orgullosa de pertenecer a la Institución y justamente coincido con Fernando, que si nuestros superiores nos respetaran y hubiera más comprensión y afecto, en muchos lugares las cosas marcharían mejor. La gente no tiene idea de lo destratados que somos muchas veces. Y nos pasa a nosotros cuando vamos a una tienda PRIVADA que nos dejan con la palabra en la boca o nos tratan mal. Creo que no es sólo un problema de empleado público sino de uruguayo desconforme. Yo amo mi trabajo y agradezco haber estudiado y salvado el exámen para ingresar, cosa que mucha gente no hizo y ahora reniega. Disculpas por la extensión del comentario. Es que me brindaste un espacio donde expresarme y lo hice desde el corazón. Gracias. Soy Beatriz
Los funcionarios públicos no son una etnia o una nación o un partido. Tendrán unos cuantos de ellos características en común, pero generalizar no mejora las cosas. Ver las cosas de este modo no hace más que aumentar la animaversión con la que el ciudadano llega a la oficina pública. Esto empeora las cosas.
La sustanciosa frase "ellos son como son" explica muchas cosas. Indica por ej. que los individuos no pueden, no quieren, no van a cambiar. Es una frase que usamos cuando nos sentimos acorralados, cuando se nos acaban los argumentos; ahí es que surge el orgulloso "yo soy como soy". Estas palabras son el escudo más fuerte contra el psicoanálisis. Niegan la plasticidad de nuestra naturaleza. Es una orgullosa y extraña forma de resignación.
Me encantó la idea de quemar una oficina pública por día. Vamos a organizarnos, che!
Cómo funcionan?
Funcionan como individuos corruptos y mediocres.
Por qué funcionan de ese modo?
Porque son ventajeros, arribistas, oportunistas, aburridos, con escasa masa encefálica, amorales, mentirosos, etc.
Fuera de la oficina son iguales.
SIN OLVIDAR QUE LA EXCEPCIÓN HACE A LA REGLA.
Hay que acudir a una gestoría y listo.
Para realizar un trámite en un organismo público hay que inaugurar una mentalidad nueva. Hay que acudir con la disposición de vivir una experiencia extravagante, digna de ser contada en las reuniones de amigos, sabiendo que tendrá los aplausos asegurados. Es útil llevar una bitácora para llevar el registro minucioso del viaje y agregar todos los comentarios ingeniosos que se nos ocurran en los márgenes.
Entiendo que está bueno tomarse las cosas con humor, pero cuando el problema es en un hospital las cosas cambian. Allí lo fastidioso se transforma en dramático y no dan ni ganas de hablar del tema.
Me pareció una idea interesante la de utilizar el idioma del funcionario. Ahí van da dejar de mirarte como a una mosca insignificante. El poder que brinda la información no es ignorado por nadie.
Los funcionarios de las empresas privadas también tienen su jerga para meter distancia y hacerte sentir que indefectiblemente estás en sus manos.
Estoy de acuerdo con Beatriz, es un problema social, incluso diría un problema humano, que excede ampliamente al comportamiento del funcionario público.
El escritorio es un mueble tan bello... me apena que sea asociado a experiencias tan desagradables.
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