domingo, 2 de agosto de 2009

Hijos del rigor

Hace años sentí que alguien exponía un razonamiento que me dejó perplejo.

Todos sabemos que cuando algo es escaso aumenta de precio y cuando es abundante baja su precio (el aire es gratis y los diamantes son carísimos a pesar de que el aire es mucho más necesario que los diamantes).

Adam Smith (1723 – 1790) fue un filósofo escocés que introdujo un concepto que se hizo famoso: habló de la existencia de «la mano invisible del mercado».

La idea es atractiva, es una buena metáfora y su valor literario debe haber colaborado mucho para que tuviera tanto éxito.

Pues bien, aquella persona que me llamó la atención con su comentario decía que es bueno que haya personas desocupadas, en paro, sin conseguir trabajo.

Lo fundamentaba diciendo que cuando falta la mano de obra, la poca que hay se encarece, disminuye su productividad y baja la calidad de su desempeño.

La idea es lógica: cuando las personas nos damos cuenta que somos imprescindibles, es casi seguro que nos volvamos orgullosos, arrogantes y nuestras exigencias salariales no tengan freno.

Me sorprendo menos si alguien dice que los seres humanos somos hijos del rigor.

Cuando alguien sabe que no puede ser despedido es probable que se vuelva indolente e irresponsable.

Cuando alguien se sabe con fuerza para exigir más, casi seguro que lo hará.

Hasta podría pensarse que muchas personas sólo se conducen como buenos ciudadanos si están bajo algún tipo de amenaza (económica, jurídica, informal).

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10 comentarios:

Jorgelina Piazza dijo...

Triste, patético pero verdadero. Este tipo de cosas son las que a mi me hacen pensar que usted está perdiendo el tiempo con esto de la pobreza enfermiza.

Gasparín dijo...

La mano invisible del mercado es la mano negra de Obama.

Rosario dijo...

Es así. La causa está en que la mayoría trabajamos sin sentir placer en lo qué hacemos.

el versero dijo...

Mi padre se llama Rigor y mi madre Amenaza. A mí me dicen el guampudo porque no soy feliz ni en mi propia casa.

Triple 29 dijo...

Donde trabajo no despiden a nadie, pero estamos hartos de los ñoquis.

Dutrenit dijo...

¿A quíen le sirve que hayan personas desocupadas?
¿Al desocupado? ¿Al empresario? ¿A la población en general?
No entendí.

Indomable Indolente dijo...

como no pueden despedirme, me afeito cuando quiero

Zero dijo...

Sólo soy imprescindible para mí misma.

Loriana dijo...

A ese chinito le gusta que lo traten rudo.

Diego A dijo...

De Acuerdo. A algunos comentaristas le pregunto: Qué hay de malo en eso?