Una vez soñé algo parecido. Las cosas que escribo se habían transformado en enredaderas retorcidas que se me adherían al cuerpo. El papel trenzado era muy fuerte. Por más resistencia que ofreciera, cada vez terminaba más enredado. Cuando me desperté miré a mi mujer que estaba durmiendo tranquila. Me acerqué a darle un beso en el hombro y con sobresalto descubrí que le nacía una rama de papel debajo de la axila.
¿En dónde se habrá soñado envuelto ese hombre? ¿En la maleza de sus propios manuscritos? ¿En la maleza de los manuscritos de algún otro u otra? Nunca podremos saberlo, porque el narrador omnisapiente se guarda la información que quiere.
Me gustaría saber si el hombre se salvó. También si sus quemaduras fueron de segundo o tercer grado. Si tuvieron que hacerle injertos. Si después (en caso de haberse salvado), pudo evaluar la situación. Si dejó de fumar. Si de ahí en adelante tuvo pesadillas. ¿Por qué quiero saber todo eso? Porque ese hombre podría haber sido yo.
Yo me soñé envuelta en un habano. Un tipo siniestro lo prendió. El calor me hacía sentir que estaba en el infierno. Intenté salir por el otro lado. Por el lado donde el hombre apoyaba sus labios. Lo logré. Entré en su boca. Él me tragó. Cuando vi al tipo por dentro, me di cuenta que era mi marido. Por eso, nunca más volví a casarme.
Con todo pienso que es preferible que los manuscritos se hayan quemado hasta quedar convertidos en polvo. Habría sido mucho peor que llegaran los bomberos y los empaparan todos. Habrían quedado incompletos, con páginas quemadas por la mitad. Y ya se sabe que en esos casos, las frases fuera de contexto se usan para los fines más perversos.
9 comentarios:
Genio total Doc!!!!!!!
Me imagino a ese pobre hombre en la cúspide de la felicidad, bajando de golpe en llamas a la altitud cero.
Una vez soñé algo parecido. Las cosas que escribo se habían transformado en enredaderas retorcidas que se me adherían al cuerpo. El papel trenzado era muy fuerte. Por más resistencia que ofreciera, cada vez terminaba más enredado.
Cuando me desperté miré a mi mujer que estaba durmiendo tranquila. Me acerqué a darle un beso en el hombro y con sobresalto descubrí que le nacía una rama de papel debajo de la axila.
No me diga que ud también se suma a la Campaña de Cesación del Tabaquismo!!!
A mí nada me prende fuego... salvo pasar página a página sus hojas de seda.
Mirala!!!!!!!!!! Apareció la veta poética de Lola. No la tenía nena! Bueno, seguí así. Un poco de romanticismo no viene mal.
¿En dónde se habrá soñado envuelto ese hombre? ¿En la maleza de sus propios manuscritos? ¿En la maleza de los manuscritos de algún otro u otra? Nunca podremos saberlo, porque el narrador omnisapiente se guarda la información que quiere.
Me gustaría saber si el hombre se salvó. También si sus quemaduras fueron de segundo o tercer grado. Si tuvieron que hacerle injertos. Si después (en caso de haberse salvado), pudo evaluar la situación. Si dejó de fumar. Si de ahí en adelante tuvo pesadillas.
¿Por qué quiero saber todo eso?
Porque ese hombre podría haber sido yo.
Yo me soñé envuelta en un habano. Un tipo siniestro lo prendió. El calor me hacía sentir que estaba en el infierno. Intenté salir por el otro lado. Por el lado donde el hombre apoyaba sus labios. Lo logré. Entré en su boca. Él me tragó. Cuando vi al tipo por dentro, me di cuenta que era mi marido.
Por eso, nunca más volví a casarme.
Con todo pienso que es preferible que los manuscritos se hayan quemado hasta quedar convertidos en polvo. Habría sido mucho peor que llegaran los bomberos y los empaparan todos. Habrían quedado incompletos, con páginas quemadas por la mitad. Y ya se sabe que en esos casos, las frases fuera de contexto se usan para los fines más perversos.
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