domingo, 19 de agosto de 2012

La interpretación de los textos



Tenemos dos opciones: averiguar qué quiso decir el autor de una frase o tratar de interpretar hoy qué significa para nosotros.

Los textos suelen tener algún atractivo especial que sirva para llamarnos la atención: los juegos de palabras, la rima, la musicalidad, los contrasentidos, lo paradojal, son rasgos que en un texto funcionan como atractivos magnéticos, como señuelos seductores, como condimentos que agasajan nuestro sentido del (buen) gusto.

Otro factor encandilante es la supuesta autoría del texto. Cuando vemos algo escrito por A. Einstein, imaginamos estar ante una genialidad; si el autor es Groucho Marx, nos preparamos para reír; si el autor es Jesús, leeremos alguna enseñanza moral.

Si leemos la frase: “Las instituciones fracasan victimas de su propio éxito”, somos atraídos por algo que contradice el sentido común, pero si luego nos enteramos de que fue expresada por el pensador francés Barón de Montesquieu (1689 - 1755), quizá exclamemos: «¡Vaya, vaya! ¿Qué genialidad tenemos aquí?...pero, ¿qué habrá querido decir?»

Sobre esta forma de reaccionar quiero hacerles un comentario.

Casi todos fuimos educados por la experiencia para querer saber qué piensan los demás cuando nos dicen algo. Al leer esta frase de Montesquieu, nuestra mente vuelve a las experiencias vividas las primeras veces que nuestra madre nos habló y nos desesperamos porque no le entendimos.

Claro que esta desesperación (angustia) fue el motor de nuestras ansias de aprender a hablar. Sin esa angustia, no sabríamos comunicarnos, pero la historia fue cambiando, aunque no así nuestra desesperación por saber qué nos quisieron decir, como si nuestra existencia continuara dependiendo tanto del mensajero como cuando nos hablaba nuestra madre.

Pocas personas se beneficiarán hoy de entender lo que Montesquieu quiso decir hace siglos. En todo caso, lo que a muchos nos interesa saber hoy es por qué nuestro éxito podría hacernos fracasar.

8 comentarios:

Selva dijo...

Nuestro éxito podría hacernos fracasar porque nos descansaríamos, nos podríamos vanagloriar, autovalorarnos en exceso.

Anónimo dijo...

Si ud. me dice que el éxito podría hacerme fracasar... me quedo un poco más cómodo en mi fracaso.

Lucía dijo...

Creo que el anónimo es irónico. Nadie se queda cómodo en el fracaso, salvo que ese sea su secreto deseo: fracasar.

Diana dijo...

Fracasar puede ser un deseo cuando le tememos al éxito, sea porque creemos que no lo merecemos, o porque no nos sentimos preparados para enfrentarlo.

Hugo dijo...

Enfrentar el éxito implica ser capaz de soportar la presión que ejercerán sobre nosotros todos aquellos que esperan -por algún motivo que los beneficia- que el éxito se mantenga constante en el tiempo.

Adriana dijo...

Mantener el éxito de manera pareja y constante es un imposible. Si esperan eso de nosotros, nos enfrentan a un imposible.

Marcia dijo...

Supongo que debe ser agotador vivir en permanente estado de éxito. Por ser algo tan raro, puede dar miedo. Además tenés que soportar el acoso de los que equivocadamente te endiosan.

Mirta dijo...

No saber qué está pensando el otro, cuáles son sus intensiones, debe ser tan angustiante como querer comprender lo que nos dicen y no poder hacerlo. Es una forma de exilio radical. A pesar de todo tenemos que aceptar que sólo podemos comprender las palabras, no las intensiones.