sábado, 3 de marzo de 2012

El engaño de los «Seguros de vida»

Este artículo denuncia el error que provoca la denominación «Seguro de vida», en tanto promete algo imposible.

Un «Seguro de vida» es un contrato por el cual alguien paga para que cuando muera la compañía aseguradora indemnice a los beneficiarios establecidos en dicho contrato.

Lo digo con un ejemplo:

Contrato un «seguro de vida» para que cuando yo muera mi esposa y mis hijos tengan una renta durante todas sus vidas de mil dólares cada uno.

La empresa aseguradora me exige que pague mensualmente un determinado importe. Cuando yo muera, los familiares indicados empezarán a cobrar los mil dólares cada uno mientras vivan.

Este producto financiero seguramente fue creado porque muchas personas prefieren tener la tranquilidad de que su muerte no causará penurias economías a sus familiares.

Pero la intención que mueve al comprador de este seguro es mucho más difícil de comprender.

Seguramente existen muchos padres de familia que asumen su condición de proveedor responsable, al punto de asegurarla hasta después de su muerte.

Me consta que existen estas personas, aunque también me consta que son una respetable minoría.

Por el contrario el sentimiento disparador de esta compra, cuyo pago implica un compromiso permanente, está ubicado en un engaño flagrante que se convirtió en invisible por ser demasiado desvergonzado.

Me refiero a la denominación: Es mentira que se trata de un «Seguro de vida». Puesto junto a otros que se denominan «Seguro contra incendio», «Seguro contra robo», «Seguro contra accidentes de trabajo», pasa desapercibido su traicionero nombre, porque sus compañeros efectivamente aseguran la recuperación de las pérdidas por incendio, robo y atención médica, pero este otro no asegura la vida como quizá interpreten inconscientemente la mayoría de sus compradores.

También es cierto que si las empresas aseguradoras lo hubiera bautizado «Seguro de responsabilidad post-mórtem», casi nadie lo compraría.

●●●

10 comentarios:

Natalia dijo...

Debería llamarse ¨seguro contra muerte¨, pero al vendedor le resultaría chocante andar usando la palabra muerte a cada rato.

Elbio dijo...

Cuando hablamos de la muerte mencionamos con frecuencia la palabra vida, y cuando el tema es la opresión hablamos de libertad, o cuando se trata de la barbarie hablamos de educación.

Graciana dijo...

Un seguro de vida es un acto de amor. Debería regalarse el día de San Valentín.

Laura dijo...

No olvidemos que los seguros buscan compensar únicamente en lo económico. Por ej, en caso de accidente lo único que se recupera son los gastos.

Rulo dijo...

La conclusión que saco es que al incosciente se le puede vender tranquilamente el obelisco.

Daniel dijo...

Nos pasamos la vida comprando ¨seguros de alegría¨ que después nunca cobramos.

Marta dijo...

Sí, no asegura la vida propia ni la de los beneficiarios del seguro.

Mª Eugenia dijo...

¿Por qué somos tan imperfectos? ¿Por qué no tenemos un inconsciente que se limite a reparar los daños que nos hace la vida?

Marcia dijo...

Las madres de familia también contratan seguros de vida.

Lucas dijo...

Tanto la riqueza como la pobreza son hereditarias. Los seguros de vida son otro ejemplo de ello.