Lo que pasa es que el deseo satisfecho pocas veces supera a lo que habíamos imaginado que íbamos a sentir satisfaciendo el deseo. Por eso se olvida; por desengaño.
Pensar que de niña deseaba tanto tener un perro! No se podía porque vivía en apartamento. Ahora que podría tenerlo, no lo quiero ni aunque fuera de cerámica.
11 comentarios:
Qué raro que con los deseos incumplidos la memoria no nos ayude a olvidar. Con los recuerdos desagradables sí nos ayuda.
Cómo nos cuesta a los padres frustrar a nuestros hijos! Con lo necesario que es.
Los deseos satisfechos no los recordamos nosotros. Los recuerdan nuestros hermanos.
Los deseos que se frustran, permanecen insistiendo realización.
Todos los deseos insatisfechos se juntan para tirarnos abajo.
También se recuerda muy bien a las personas que oficiaron de frustradoras.
Olvido perrerías, pero no deseos incumplidos.
Lo que pasa es que el deseo satisfecho pocas veces supera a lo que habíamos imaginado que íbamos a sentir satisfaciendo el deseo. Por eso se olvida; por desengaño.
Desear algo y que después no te satisfasga, hace que las ilusiones se nos pongan más modestas.
Pensar que de niña deseaba tanto tener un perro! No se podía porque vivía en apartamento. Ahora que podría tenerlo, no lo quiero ni aunque fuera de cerámica.
Hasta el día de hoy recuerdo el sabor de los primeros helados que tomé. Y el deseo siempre se renueva. Eso está bueno. Pero no con los helados.
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