martes, 23 de agosto de 2011

Significante Nº 999

¡Mamá, por qué me hacen regalos caros en vez de jugar conmigo!

10 comentarios:

Hugo dijo...

Y cuándo quiere que juguemos con él el nene! En el ratito que me queda para descansar? El nene no entiende que mi energía es limitada. Además su forma de jugar me aburre. No puedo tocar nada, todo lo que digo no sirve. El juego lo dirige él y uno como un estúpido.

Enrique dijo...

Ahora las maestras entraron en la moda de que los padres deben jugar con sus hijos. Por qué?! No sería mucho más saludable que los niños jugaran con otros niños. Que salieran un poco de la endogamia. Es lindo verlos jugar, pero es horrible tener que aparentar interés en un juego que hace décadas dejó de interesarnos.

Estela y Luis dijo...

Jugar con los hijos no quiere decir jugar todo el día. De pronto basta con algún ratito. Además hay que tener un poco de imaginación. Algunos juegos podemos disfrutarlos con ellos, como la pelota, remontar una cometa, las escondidas, algún juego de cartas, hacer cosquillas, cocinar juntos, etc.

Cacho dijo...

Al pibe le hacemos regalos caros porque queremos que tenga todo lo que nosotros no pudimos tener.

Celeste dijo...

Si pregunta eso es porque está repitiendo una frase de algún adulto. En fija de la maestra. Qué vocación por crear necesidades falsas! Después los chicos las usan para manipularnos.

Eduardo dijo...

Prefiero comprar regalos caros porque son de buena calidad y le duran más. En cuanto a jugar, tiene que ser algo espontáneo, si es forzado, ni siquiera el niño la va a pasar bien.

Natalia dijo...

Por lo que veo, los padres buscan argumentos y argumentos para justificar el poco tiempo que pasan con sus hijos.

Roque dijo...

Antes, una cosa era el mundo de los niños y otra el de los adultos. Existía la distancia necesaria como para educar, cumplir el rol, ser respetado.

Lucas dijo...

Pienso que es compatible el cumplimiento del rol con el juego conservando nuestro lugar de adultos, y haciéndonos un poco los locos también, por qué no. Yo me acuerdo cuando mi padre jugaba a que era un gigante y nos levantaba por el aire hablándonos con voz gruesa. Nos daba un poquito de miedo pero nos divertíamos muchísimo. Eso acerca a los hijos y los padres. Después facilita la confianza y el diálogo. De lo contrario uno puede vivir 20 años con su padre y no saber nada significativo de él.

Norton dijo...

Aunque le hiciéramos regalos baratos, tampoco jugaríamos con él.