domingo, 7 de agosto de 2011

«¡Hola, qué tal! ¿Cómo me va?»

Aunque por costumbre queremos saber cómo están los demás, lo real es que siempre queremos saber cómo es y será nuestra calidad de vida.

Una pregunta retórica es aquella que no se formula como interrogante sino como afirmación de tono interrogativo:

— ¿No te dije ya mil veces que no?
— ¿Esa es una advertencia o una amenaza?
— ¿Qué más puedo hacer?

Las intenciones comunicativas reales respectivamente son:

— Deberías saber que mi respuesta es negativa;
— Me estás amenazando.
— Están abusando de mí.

Cuando un vendedor llega a la entrevista con su cliente le hace una pregunta retórica diciéndole: «Hola, Rodríguez, ¿cómo le va?».

La intención comunicativa real es: «Hola, Rodríguez, voy a ganar dinero con usted, ¿sí o no?»

Todos sabemos que esta fórmula tan explícita y sincera no sería del agrado del potencial comprador.

Sin embargo si el cliente es una persona adulta, realista y emocionalmente madura debe saber que la intención del vendedor se restringe exclusivamente a ganar dinero y que si por algo quiere saber sobre cómo está su comprador es para saber si le seguirá generando utilidades o no.

Lo comprendemos mejor cuando llegamos al gran (y único) modelo real que nos provee la vida campesina: La familia quiere saber si la vaca está sana y sigue dando leche para poder desayunar, para hacer tortas, para fabricar quesos.

Esta explicitación que contiene mi artículo no posee el ánimo de herir la sensibilidad de mis lectores sino simplemente recordar algo que todos sabemos pero que sistemáticamente dejamos fuera del campo de la conciencia: amamos lo que nos sirve, satisface nuestras necesidades y deseos.

El amor siempre es narcisístico sólo que cuando incluye la participación de agentes externos, lo que es «amor a sí mismo» se expande para incluir el «amor al prójimo» ... siempre y cuando nos sirva.

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12 comentarios:

Lucas dijo...

Siempre soñé con acercarme a una chica desconocida en un boliche, preguntarle "te querés acostar conmigo?" y ta.

Luján dijo...

Sos un cerdo Lucas.

Lucas dijo...

Pero cariñoso.

Gabriela dijo...

El amor desinteresado, en realidad no es del todo desinteresado. Es el que tiene por objeto lograr nuestra propia felicidad; ese es el interés que persigue. Es decir, no tiene como motor la búsqueda de beneficios económicos, sino algo más abarcativo; eso que llamamos felicidad. Es fabuloso que sea así porque buscando nuestro propio bien, además le hacemos bien a otro.

Alicia dijo...

El amor al prójimo se sostiene siempre que brinde satisfacciones y no implique sacrificios; salvo que esos sacrificios satisfasgan alguna necesidad inconsciente.

Jacinto dijo...

Preguntamos "cómo estás?", porque necesitamos vincularnos con la gente que nos rodea, necesitamos colaboradores y amigos, simpatía, interés por lo que nos pasa. Por eso damos lo que pretendemos recibir.

Elena dijo...

Después de leer su artículo me surge la siguiente pregunta: qué es ser bueno, en realidad?. Trato de responderme y digo: tener la posibilidad de satisfacer nuestras necesidades y deseos sin dañar a otros, y si es posible, favoreciéndolos.
Tener esa posibilidad es un mérito? Vuelvo a responderme: no, es algo que nos tocó en suerte, es capacidad de adaptación, salud mental, educación.

Filisbino dijo...

La competencia que implica que uno gane y otro pierda, no favorece el amor al prójimo. Está al servicio del desarrollo personal, excluyendo al otro. Si se trata de competencias deportivas amateur, en general favorece a todos, a ganadores y perdedores, porque ambos realizan la tarea que desean y perder no los deja afuera. Pero si se trata, por ej, de competencia entre comerciantes, a menudo el que pierde quiebra.

Esteban dijo...

Es claro que si me vendieron una mercadería y luego me llaman para preguntarme si estoy conforme, el motivo es conservar al cliente. Pero cuando el cliente es un paciente y yo me intereso por su salud, estoy manejando dos motivaciones. Por un lado la motivación comercial y por otro la humana. Trabajar con personas genera fenómenos de identificación, simpatía, lazos afectivos, que en mi opinión, enriquecen el trabajo.

Evangelina dijo...

Sus lectores ya tenemos la sensibilidad curtida.

Adrián dijo...

Conozco vendedores que se quejan porque después de haberle dedicado mucho tiempo a un cliente, este termina no comprando o comprándole a la competencia. Por qué el comprador tendría que satisfacer los deseos del vendedor? Es por completo absurdo.

Oriente dijo...

La familia citadina quiere saber si hay paro, cosa de ir al almacén antes.