jueves, 31 de enero de 2013

Significante Nº 1.389



Si eres amigo de un pintor, recuerda que podría regalarte uno de sus horribles cuadros cuya exhibición controlará personalmente invitándose a cenar.

9 comentarios:

Carolina dijo...

jajajaaja!!!! eso tiene mucho de cierto Doc.

Gabriela dijo...

¿Quién se anima a decirle a un artista, profesional o amateur, que su obra no le gusta? Muy pocos. Por suerte yo conozco uno de esos pocos en quien es posible confiar.

Lucas dijo...

Otro momento difícil para ser sincero es cuando un amigo se invita a cenar. Es difícil decirle que no, que por ahora no, que no estoy de ánimo o no tengo dinero, o lo que sea. Suponemos que lo tomará a mal porque creemos que nuestros amigos son mucho más tontos que uno. (A veces).
Los eruropeos, sobre todos los que están más al norte, son mucho más prácticos en ese asunto. Agendan un día y si ese día no pueden venir te avisan con anticipación, pero por lo general vienen. ¿Son más fríos que nosotros? ¿Menos espontáneos? ¿Son gente más respetuosa? Puede que haya algo de todo eso.
Que te caiga un amigo en cualquier momento, si es amigo de verdad y hay confianza, no hay ningún problema. Pero cuando el amigo no es tan amigo, ahí se complica.

Manuela dijo...

Si eres amigo de un pianista, abstente de conversar, déjalo en el piano y escucha. Y cuando te aburras dícelo y ya está.

Marina dijo...

Por suerte mis amigos pintores me han regalado cuadros preciosos.
Además como los quiero y los conozco bastante, cuando miro los cuadros los veo a ellos representados, y eso me gusta.

Chapita dijo...

Invité a un montón de viejos amigos a cenar, aunque no me hayan regalado nada. Pero no vienen. Creo que tienen miedo de contagiarse de mí. Allá ellos.

Alba dijo...

Si te dicen Chapita, te han encasillado; con cariño pero te han encasillado.

Leticia dijo...

Son más propensos a exponer sus cuadros horribles los hijos de alguien prominente que los hijos de vecino.

Olga dijo...

También sucede lo contrario Leti. Algunos hijos de, se exigen tanto que al final se anulan. No se conforman con ser distintos a su padre o a su madre. Quieren ser iguales o mejores. Sienten que no pueden. En lugar de buscar su propio camino, a menudo se desvalorizan.