Se habla mucho sobre la violencia doméstica, pero ahora le toca el turno a cómo en nuestra cultura la violencia domestica, es decir, que se recurre a presionar al ciudadano para que éste haga o no haga lo que su amo (el gobierno) pretende.
El sistema educativo es el principal ente domesticador violento, porque no hace el mayor esfuerzo por estimular el deseo de saber de sus alumnos sino que le impone obligaciones, le hace exigencias, lo evalúa, aplica criterios del tipo ‘premios y castigos’, igual a como se adiestra a un animalito para trabajar en televisión.
El sistema democrático nos impone creer que somos libres, autónomos, responsables, pero en los hechos esto no es así. Los diferentes gobiernos no nos estimulan a que tengamos una conducta civilizada en el tránsito vehicular sino que nos castiga económicamente; los incumplimientos fiscales acarrean multas, recargos y clausuras; el sistema judicial, lejos de resultar transparente y entendible para todos, es una caja negra de donde emergen dictámenes que luego no se pueden criticar porque los señores jueces son inspiradores de temor. Por todo esto digo que la violencia domestica, así, sin acento en la «e».
Algunos piensan que cuando en una sociedad la violencia domestica, no tarda en aumentar la violencia doméstica. Como nuestro pensamiento está adiestrado para ver el síntoma y no poder pensar en las causas, sólo hablamos de la violencia de los hogares (el síntoma) y tratamos de arreglarlo castigando a los agresores. Más violencia. Más nafta para apagar el incendio.
reflex1@adinet.com.uy
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11 comentarios:
Estoy muy de acuerdo con que todavía vivimos en una sociedad machista, gobernada por la violencia propia de un género que tiene más músculo que cerebro (y esto no pretende ofender a los señores: es sólo una constatación sin olvidarnos de las honrosas excepciones).
Por nuestra parte las personas somos sensibles a la presión y reaccionamos acorde a ella: Si nos presionan cedemos y si no nos presionan, dejamos de lado nuestras responsabilidades. Distinto sería si una gran mayoría reaccionáramos negativamente ante la violencia y los sucesivos gobernantes se dieran cuenta de que se obtiene más de nosotros si nos estimulan que si nos castigan.
Dos cosas: Estamos de acuerdo con que los centros de enseñanza no son nada divertidos pero yo amé a muchos profesores.
Ellos eran gente divina que yo sentía que me querían tanto como mi familia.
Me parece que alguno pidió perdón por tener que sancionarnos. Ellos no eran violentos ni agresivos, estaban trabajando y no tenían más remedio que ser crueles porque a ellos los obligaban.
En mi país siempre se habla de cuando gobernaban los militares y hay una diferencia entre lo que dicen fuera de mi casa y lo que dicen adentro.
Afuera siempre se dice que ellos hicieron todo mal y adentro se dice que había mucho más orden, más repeto por los demás, más continuidad en los servicios, más higiene en los lugares públicos.
Los militares se educan en la violencia. Reciben enseñanzas con un criterio pedagógico en el que predomina el dolor físico y moral.
Yo no recuerdo nada y no tomo partido por nadie. No me gusta que se ejerza la violencia sobre mí pero a veces mi hijo se porta mal y tengo muchas ganas de pegarle.
Los médicos tambien "atacan" a las enfermedades con un criterio bélico en lugar de fortalecer al cuerpo para que éste haga su trabajo como la naturaleza manda.
¡la violencia está en nosotros!
Cuando era chico y mi papá le pegaba a mi mamá pensaba algo así como "Pobre mamá pero por lo menos no me pegan a mi sólo". Ahora que soy grande y ya nadie me pega (mido 1m89 y peso 132 kg), me da un poco de lástima cuando veo que le pegan a cualquiera.
Coincido con el autor en cuanto a que castigar para corregir la violencia es apagar el incendio con nafta. El sentido común indica que hay que volver a la Ley del Talión aunque mejorada agregándole todo el disimulo posible, pero siempre se aplicó el sentido común y solo obtuvimos votantes contentos con sus representantes y más problemas sin resolver.
Me fijo en el tema de los jueces y observo que ellos, alegando que no deben ser presionados para que mantengan su mayor pureza en los juicios que enuncian, se olvidan de que son humanos y que pueden equivocarse como el que más y juzgar al grito de la tribuna cuando el clamor popular espera determianda sentencia.
Soy gorda y todos me atacan. El rechazo, los insulto, las amenazas, las humillaciones, y el aislamiento son cosas familiares para mí. Desde mi familia, desde que era niña en el colegio, por la televisión. Todo es intolerancia, estoy obligada a ser como no soy.
Muy interesante eso de que la violencia doméstica proviene de que la violencia domestica. Sí, nos domestica en forma cobarde, sin dar la cara. Vamos incorporando una visión del mundo que al fin nos parece la única posible (porque además es la que compartimos con quienes vivimos insertos en una sociedad).
Por eso amigos, si tienen la suerte de tomarse unas vacaciones, viajen, exploren otras formas de vivir, otras costumbres; es trillado pero realmente eso abre la cabeza
Yo estoy quemada con el Sist. Educ. y supongo que como yo muchos más. Es una tortura sofisticada que funciona a fuego lento
Esta bien eso de que la violencia domestica, pero me parece más interesante cuando la violencia mastica (puede ser en do mayor o do menor, eso es secundario). Cuando la violencia mastica engorda que es una barbaridad.
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