sábado, 15 de diciembre de 2007

¿Quién se portó mal?

Una estafa es el robo que se realiza mediante un engaño. La víctima entrega los bienes a su ladrón. Es como si alguien apretara el gatillo de su homicida.

¿Por qué alguien comete este error? Para mí la única explicación es que la estafa se produce porque la víctima quiso ser victimario y su deseo de perjudicar se volvió contra él ... como, por otra parte, sucede a la corta o a la larga en todos los órdenes de la vida: «Acá se hacen y acá se pagan» dice el proverbio.

El buen señor que quiere comprar un billete de lotería premiado pagando una ínfima parte de su valor de canje, lo que desea es depredar a un semejante que, desesperado por algún apremio (simulado) que lo debilita, está dispuesto a esa pérdida que nuestra víctima-victimario quiere tomar para sí.

Tengo dudas sobre quien estuvo mal en este caso. Si yo fuera juez, dictaminaría «empate técnico».

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9 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo que hace que la estafa sea un delito es la presencia del engaño. Alguien se hace entregar un bien a cambio de una promesa que no se cumplirá.

El caso que ud indica refiere a la tentación que padece el agente pasivo en tanto es estimulado en su avaricia.

Comparto que desde un punto de vista ético, las cosas podrían ameritar otro punto de vista.

Anónimo dijo...

Una estafa que no se ve de tan grande que es, se refiere a los pueblos que creen en las promesas exageradas de sus candidatos cuando se postulan en un acto eleccionario.

Estos pueblo crédulos, que esperan que alguien le quite mágicamente las complicaciones de la existencia, son finalmente estafados y podría decirse que se lo buscaron.

Anónimo dijo...

Triste equilibrio si los hay!! Siempre es bueno tener alta la autoestima pero uno de los daños colaterales de esta postura es que a veces uno se cree el rey de los inteligentes y es ahí donde queda expuesto a que aparezca ese otro que se divierte con nuestra arrogante creencia y nos engaña de alguna manera, para darnos una lección y cobrarse los honorarios de tan magistral enseñanza con algún bien patrimonial que pasa a sus manos.

Anónimo dijo...

'El arte de la guerra' para mí que está siendo más leído que la biblia, El Quijote y El Príncipe. Sun Tzu dice ahí "El arte de la guerra se basa en el engaño". O sea que ya 400 años antes de Cristo se consideraba que en la lucha armada predomina el engaño. Ahora me pregunto: ¿y en la lucha día a día no sucederá algo parecido?

Anónimo dijo...

Me parece que son los anglicanos quienes piensan que si les va bien en la vida terrenal es porque Dios los está calificando satisfactoriamente y que seguro, seguro que van derechito al Paraíso (¿?).
Cuando uno desea que le vaya tan bien, suele perder los escrúpulos y es ahí donde queda expuesto a que lo estafen, porque alguien nos propondrá un negocio brillante, lo suficientemente tentador como para no rechazarlo y lo suficientemente tramposo como para que tengamos una pérdida.
'El pez por la boca muere' decía mi abuela, Dios la tenga en la Gloria, aunque cuando estuvo viva El no le mandó señales auspiciosas.

Anónimo dijo...

Por algún motivo este artículo me lleva a pensar algo que siempre me preocupó.

Cuando los religiosos nos informan sobre lo comveniente que es tener una vida de abstinencia terrenal para disfrutar luego maravillosas ganancias en el Más allá, quizá se active en nosotros un deseo que también es abusador, depredador, ventajero, mezquino.

Las ganancias que nos prometen son tan grandes que cualquier persona razonable, de buenos sentimientos, realmente en su sano juicio debería ser: "Cuando la promesa es tan grande, hasta el mejor ser humano desconfía" y entonces responderle al evangelizador algo así como: "Esa gloria eterna es una ganancia excesiva que usted me ofrece. Mi honorabilidad no me permite tomarla. Prefiero cocinarme en el fuego eterno del infierno antes que aceptarle algo tan desproporcionado".

Anónimo dijo...

Todo muy interesante y diferente a lo que se lee o escucha por ahí. Trataré de seguir visitándolo cada vez que ud actualice.

Anónimo dijo...

recomiendo el texto de Mieres para ser leído con atención, me asombra su agudeza.

Anónimo dijo...

Una vez le entregué los bienes a mi ladrón. Era mi ladrón porque el desgraciado sólo se dedicaba a robarme a mi. Gracias a que pude desprenderme de mis bienes y entregárselos ahora tengo mis males y el ladrón a veces me deja tranquila