jueves, 16 de octubre de 2008

Significante Nº 212

Estuve afilando algunos sarcasmos para que dialoguemos de igual a igual.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

El practicar un deporte es una buena opción para liberar la agresividad.

Anónimo dijo...

En mi mujer existe una coincidencia que ya se la planteó a su ginecólogo: cuando se pone sarcástica, le aumenta mucho el flujo vaginal blanquecino. Le ordenó óvulos antimicóticos. ¿Por qué será no?

Anónimo dijo...

Me gustan todos los irónicos y sarcásticos porque es una prueba inconfundible de inteligencia sutil. Mirá lo que te digo: ¡Son hermosos! Así no más!!

Anónimo dijo...

Sarcástico se nace. No se hace. Eso de afilar sarcasmos no funciona porque deben ser espontáneos sino siempre quedan sobreactuados y son un fiasco. Lo tengo estudiado.

Anónimo dijo...

Hay sarcasmos agudos y graciosos, pero también hay otros hirientes y llenos de gratuita maldad.

Anónimo dijo...

Ambos debían armarse para pelear. El pueblo quería espectáculo. Ellos, ya en la arena, dudaron. Las tribunas vociferaban. Ajenos al círculo iracundo se amaron. Las tribunas callaron. Una niña lloró de emoción. El rey los absolvió.

Anónimo dijo...

El sarcasmo me quedó tan afilado que terminé herido con mi propio veneno.

Anónimo dijo...

Me dio filo pero no pasó nada. Quedé en fila de espera, aguardando algún amor filial o al menos, un afilado sarcasmo.

Anónimo dijo...

Cada vez que afilo el sarcasmo, tengo ataques de asma. ¡Qué asno! Evitaré el sarcasmo.

Anónimo dijo...

-Vamos a hacer una cosa, el sarcasmo vale triple y la agresión simple vale doble.
-De acuerdo, cielo, avisame cuando largamos.

Anónimo dijo...

Ella siempre los tiene afilados, lo que es los míos, andan con la punta roma.

Anónimo dijo...

A mí desde chiquita me gustaba masturbarme en los caballitos de la calesita. Mis papis no entendían cómo no me aburría de andar siempre en el mismo juego.