domingo, 12 de diciembre de 2010

Cómo conducir una hoja que vuela

Todos deseamos tener poder porque suponemos que teniéndolo, logramos controlar nuestra vida.

Cuando los acontecimientos que nos acompañan resultan frustrantes (perdemos el trabajo, una pequeña manchita altera el aspecto del cutis, nuestro cónyuge no responde a nuestras expectativas),

— suponemos que todo eso tiene una causa conocida,
— suponemos que existe una técnica para eliminar la causa o compensar sus efectos indeseables,
—suponemos que con inteligencia y buena voluntad, la felicidad no sólo existe sino que puede ser permanente.

En suma: todos queremos organizar la realidad para que se adecue a nuestra conveniencia.

A medida que pasan los años y este emprendimiento fracasa sistemáticamente, comenzamos a pensar que quizá lo más conveniente sería que fuéramos nosotros quienes intenten adecuarse a la realidad.

Esta actitud suele ser calificada como resignación, conformismo, estoicismo.

Según en qué cultura vivamos, estos vocablos tienen una connotación positiva o negativa.

Para algunos, «resignarse» es ser cobarde, apático, débil y para otros es ser valiente, sabio y fuerte.

Estas alternativas tienen detrás sendas filosofías y sus autores principales se dedican a ofrecer argumentos que permitan fundamentar una u otra.

Sin embargo, creo que estas opciones no existen.

Efectivamente, mis creencias en el determinismo (y mi escepticismo frente al libre albedrío), me llevan a pensar que nuestras circunstancias nos imponen cierta actitud (resignación o rebeldía) que luego intentamos justificar con argumentos filosóficos, para no perder la esperanza en que

— «hacemos lo que nuestra inteligencia nos indica»;

— «nuestra conducta está plenamente justificada porque no somos animales esclavos de los instintos»;

— «somos respetuosos y obedientes de las órdenes de nuestros amos».

Este punto es esencial:

Observe cómo nuestros fundamentos se encolumnan tras algún personaje prestigioso (Dios, Sartre, Cristo, Fidel Castro, Freud, etc.).

Conclusión: cuando adherimos al pensamiento de cierta ideología, religión o doctrina, estamos siendo esclavos de un amo (1).

(1) El amo y el esclavo viven diferente

●●●

13 comentarios:

Pandora dijo...

Al menos, al ser esclavos de un amo, tendremos asegurado un sector de personas que nos amen. Esto es fundamental, por ejemplo, para progresar en la carrera política. Tenés que ser masón o dirigente de un club de fútbol, o haber sido un destacado dirigente gremial, una figura popular (preferentemente actor o cantante).
Ser un gran empresario -o cualquier otra ocupación en la que seas verdaderamente destacado-
difícilmente te deje tiempo material y psíquico como para sumergirte en este mundo; además será difícil contar con un grupo significativo de personas que te amen.

el leopardo dijo...

Ya no soporto las manchas de mi piel. Dan la impresión de que estuviera siempre debajo de un árbol con pocas hojas. Incluso me hacen sentir que cargo culpas en el alma. Servirían para camuflarme en plena guerra o para enseñar la posición de las estrellas en el firmamento. Pero ya el dermatólogo me ha dicho que es la naturaleza de mi piel y que no tiene vuelta. Por lo tanto estoy trabajando en asumir una actitud mansa y resignada.

Margot dijo...

Mi frustración me llevó a consultar con un psicoanalista para encontrar la causa de mis problemas. Ahora ud me dice que no vale la pena suponer que todo tiene una causa y me dejó desarmada!

Oscar dijo...

Bueno, tampoco se puede decir que estupidez y mala voluntad, se pueda llegar muy lejos...

Luli dijo...

Quiero mudarme al país de la sabia resignación.

el poeta dijo...

Las sendas filosofías son largas carreteras de una sola mano.

Eloísa dijo...

Un argumento maravilloso siempre necesita de una cara que lo respalde. Nuestro nivel de abstracción puede ser alto, pero no tiene fuerza si se desprende de la emoción que genera una persona con la que podamos identificarnos.

Morgan dijo...

No me gusta la actitud sentenciosa de algunas de las personas que opinan aquí.

el manso dijo...

Dicen que las actitudes de resignación o de rebeldía, están determinadas por la edad biológica.

Emilia dijo...

Yo me encuadro detrás de Madonna. Estoy deseando que lleguen aquí sus gimnacios!

Alejandra dijo...

Ya lo sabía. Soy yo la que tiene que adecuarse a mi marido.

Gastón dijo...

Necesito saber cuáles son los filósofos que defienden a los cobardes, débiles y apáticos.

Sofía dijo...

Cuando somos eclécticos, formamos parte de la gris mayoría.