domingo, 24 de enero de 2010

Memoria para olvidar

La memoria tanto sirve para recordar como para olvidar, sin embargo acostumbramos pensarlo de otra manera: decimos que sirve sólo para recordar pero que a veces falla.

Las infinitas autorregulaciones que se producen en nuestro organismo para conservarnos como individuos, como especie y sin perjudicar al resto del universo, incluye olvidar cuidadosamente algunos hechos desafortunados.

Por ejemplo, tuvimos un tormentoso período en el cual éramos concientes de nuestras necesidades (agua, caricias, juguete) pero no sabíamos hablar.

Desesperados, apelamos a gritar, golpear, morder y ¿qué obtuvimos? Que los que tenían el agua, la posibilidad de acariciarnos o la estatura para alcanzarnos el juguete, entendieron que los estábamos atacando.

La reacción que tuvieron ante nuestra única forma posible de pedirles ayuda fue terrible porque ellos mismos se pusieron a gritar y golpear (por suerte no les dio por morder).

El sistema inmunológico se encarga de expulsar de nuestro cuerpo cualquier elemento que pueda hacernos daño y probablemente influye sobre nuestra memoria para desintoxicarnos de esas experiencias tan horribles.

Claro que habernos olvidado de que la incomunicación fue tan traumática nos deja sin el aprendizaje que genera la experiencia.

No es extraño que cuando nuestro hijo tiene el mismo problema que padecimos, pensemos que se puso agresivo y que merece un castigo.

También nos sucede que cuando nuestra dificultad para comunicarnos nos quita capacidad de negociación, presionamos a nuestro interlocutor (empleador) dejando sin nuestro servicio (huelga) a los usuarios que no tienen nada que ver con nuestro conflicto.

Para consolarnos es oportuno recordar que la perfección no existe: Perdemos malos recuerdos junto con un buen aprendizaje.

10 comentarios:

Lorenzo dijo...

La mejor solución, a veces, suele ser el olvido.

Raúl dijo...

Es ofensiva la manera en que ud interpreta una huelga. Si es honesto, ud sabe muy bien que la negociación muchas veces tiene su límite.
Es extraño que alguien que busca la forma de salir de la pobreza, esté las más de las veces ubicándose del lado del empresariado.

Alba dijo...

Una de las cosas que me provoca más dolor es ser conciente de que con el tiempo perderé un montón de conductas que me llevó años aprender. Eso nos pasará a la mayoría de los que logremos vivir unos cuantos años, pero no sirve de consuelo.
Desearía que mi ser tuviera la inteligencia de morir en el momento oportuno.

Eusebio dijo...

Tuve la suerte de tener unos padres que la mayoría de las veces atendían de manera adecuada mis pedidos.
Que cómo lo sé?
Lo sé porque soy una persona medianamente sana. Si mi madre se hubiese enfadado con frecuencia cada vez que gritaba o golpeaba a causa de la escasez de mi idioma, la historia para mí habría sido otra.

Eliana dijo...

Cuál sería la experiencia que nos dejó ese conjunto de vivencias traumáticas que ud relata?
Quizás aprendimos y luego olvidamos que no es efectivo dirigirse a los otros desde la desesperación; que es necesario enfriarse y saber esperar si queremos vincularnos de una manera adecuada con nuestro prójimo.
Lo que es en mí caso, a veces puedo aplicar este aprendizaje y otras veces no. Olvidarlo no lo he olvidado; la vida se encarga de recordármelo amenudo.

el hijo del Conde dijo...

Soy un caso especial. Mi padre si mordía. Lo peor del caso es que lo hacía sin que yo le diera motivos. Se acercaba con los ojos inyectados en sangre y me mordía el cuello. Me transformé en un monstruo. Sin quererlo, al poco tiempo estaba repitiendo la conducta de mi padre. Así fue que transformé a la mujer que amaba. Ahora ella es tan perversa y nocturna como yo. Necesitamos terapia familiar y debo incluir en ella a mi pareja. Lamentablemente creo que mamá no podrá asistir. Cuando aún era pequeño ella nos abandonó. Luego me entré que se fue a un cementerio con vista al mar. Jamás volvió.

Jhonn dijo...

Hace poco tuve una falla en mi memoria y se armó tremendo terremoto familiar. No reconocía a mis hijos ni a mi esposa, sólo recordaba vagamente los rostros de mis padres, hoy muertos. Enterré buena parte de mi pasado, pero sobreviví. Sin embargo mi familia todavía sigue sumida en un pozo depresivo. Jamás pudieron perdonarme que por algún tiempo los olvidé.

Cacho dijo...

Yo perdí todo el conocimiento adquirido en la escuela y el liceo porque estaba asociado a unos recuerdos de mierda.

Amelia dijo...

Todos alguna vez simulamos el olvido, por ej cuando saludamos calurosamente a alguien que no recordamos, o cuando faltamos a una cita, o cuando olvidamos la hora acordada para encontrarnos, o si olvidamos un cumpleaños para evitar una reunión tediosa.
El olvido puede servirnos como manotón de ahogado en ciertas situaciones comprometedoras.

el brookling dijo...

Tengo una habilidad especial para retener los malos recuerdos. Los buenos momentos no los registro; mucho menos los gravo en mi memoria. Por eso mis amigos me dicen que lo veo todo negro.