Amo el odio pero también le temo. Hubo
uruguayos que intentaron tomar el poder por las armas, eso desató los
mecanismos de defensa institucional y nos salvamos! Los sediciosos que
perpetraron el intento pagaron con una derrota que debió ser considerada como un
riesgo del emprendimiento. Los familiares que odian a quienes salvaron las
instituciones, no tienen razón. Los familiares desaparecidos perdieron de forma
previsible. Odiar a los militares es negar la acción riesgosa. Los
desaparecidos merecen repudio y los militares merecen reconocimiento de la
buena función cumplida. Los futuros sediciosos merecerían la misma suerte.
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