domingo, 14 de diciembre de 2008

La extinción de los líderes

Una de mis tías se destacaba por su habilidad en la administración de los recursos humanos. Llegué a esta conclusión cuando vivíamos tres familias en una casa que tenía espacio suficiente para todos. Éramos 15 personas: 6 adultos y 9 niños (primos y hermanos entre sí).

Las 6 personas adultas eran tres hermanas con sus maridos. Matilde tenía una capacidad de liderazgo fascinante. Sabía deslizarse con gran elegancia organizando la satisfacción de todos los demás y todos los demás estábamos pendientes de ella porque lo que nos ordenaba era muy placentero.

Este es un don de la naturaleza muy raro de encontrar y no podemos esperar que las personas que ordenan nuestras vidas (gobernantes, directores, inspectores, jefes) lo posean.

A lo largo de la vida quizá encontremos una o dos personas a las cuales nos complace obedecer porque lo que nos ordenan está increíblemente alineado con nuestro deseo.

Más aún: las tecnologías de la comunicación han logrado que casi todos poseamos el poder que confiere el estar informados, el participar, el tomar decisiones (aunque más no sea votando por teléfono). Por este motivo es más difícil encontrar personas a las que sea grato obedecer porque todos admiramos menos un poder que ya nos resulta bastante familiar.

Esta es una causa de que haya menos líderes que hasta hace un par de décadas.

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13 comentarios:

Anónimo dijo...

Conocí íntimamente un personaje que me maravillaba cuando lo veía en la televisión y luego me defraudó por completo.

Anónimo dijo...

Cuando un actor representa a un personaje carismático (ahora recuerdo a Al Pacino en Perfume de mujer), el propio guión realza su efecto haciendo que los personajes secundarios representen actitudes de admiración, subordinación y todo eso que produce un líder verdadero.

Anónimo dijo...

Con otras palabras digo que hoy ya casi nadie le da bola a nadie. Estamos en pleno caos. En cualquier momento aparece un bestia sanguinario que nos devuelve a la condición de ovejas.

Anónimo dijo...

El negocio de los telecentros y de las votaciones que sustituyen la decisión de un jurado, es uno de los últimos curros inventados por los genios del enriquecimiento.

Anónimo dijo...

Lo que tengo bien clarito es que yo no puedo mandar ni a mi perro. ¿Soy claro no?

Anónimo dijo...

Para poder gobernar hay que saber decir no, sin generar odio. A algunos les gusta mucho decir no y otros sencillamente no pueden porque quieren estar bien con todo el mundo. Los y las seductores/as no sirven para los puestos de mando.

Anónimo dijo...

Las actitudes de subordinación que provocan los líderes me dan naúseas.

Anónimo dijo...

La tía Matilde me resulta un personaje muy poco creíble.

Anónimo dijo...

La capacidad de liderazgo de Matilde, estaba asentada en que se las había ingeniado por conocer, de cada uno de nosotros, los trapitos sucios que queríamos esconder.

Anónimo dijo...

Se deslizaba con elegancia porque siempre andaba de tailleur y usaba chanell. QUIÉN SE CREE ESO?! Nos tenía a todos agarrados de las pelotas!!

Anónimo dijo...

No me gusta estar pendiente de nadie porque me sudan las manos.

Anónimo dijo...

Si será carismático Al Pacino, que quitándole expresividad a lo más lindo que tiene, que son sus ojos, sigue seduciendo.(digo por la peli que menciona Popper, donde hacía de ciego)

Anónimo dijo...

Seguro que esa familia ampliada debía reunirse en Congreso para tomar decisiones. No creo que votaran a mano alzada, supongo que evitarían las oportunidades de roces (sobre todo entre cuñados)