Mire, aunque no tenga control remoto, si se la pasa en su casa y cuando se traslada no lo hace por sus propias piernas, está sedentarizado. Difícil no estarlo en la ciudad. Salvo los trabajos que exigen esfuerzo físico o la gente que de manera constante hace ejercicio, todos los demás, estamos sedentarizados.
Si alguien disfruta saliendo a correr o haciendo cualquier otro tipo de ejercicio, que le de para adelante. A muchas personas hacer ejercicio les hace sentir bien y los beneficios que trae para la salud son difíciles de refutar.
El control remoto incentiva mi abulia. También el hecho de tener la cama tendida tan a mano y por sobre todas las cosas, el montón de tiempo libre que tengo.
Cuando salgo a correr el control remoto me persigue. Cuando viene la subida se me adelante y planea sobre mi mano como una posta olímpica flotante. Tengo que resistir la tentación y no tomarlo, porque si no me sube la cuesta. No quiere que utilice mi cuerpo; esa es su función y él quiere ser un objeto responsable. Lo comprendo. Es una lucha de intereses.
¿Para qué salir a correr, a hacer ejercicio, levantar pesas, asistir a clases de fitness? Únicamente por el deseo de verse mejor. Eso desvela a la gente. Lamentablemente a la mayoría no les importa tanto la sedentarización del pensamiento.
Salí a correr para escapar del control remoto, la batidora, el microndas, el celular, la lavarropa y todos esos objetos que hacen mi vida más confortable. De tanto en tanto necesito el contacto con la naturaleza viva.
Estoy sedentarizado y no es culpa mía. Alguien maneja mi vida desde una central de controles remota. Es una especie de super-dios tecnológico. La película Matrix, cuenta lo que me ha sucedido.
12 comentarios:
Según los sociólogos ya pertenezco a la clase media porque poseo 8 controles remotos y uno de ellos no puedo recordar de qué es.
¡Qué ridículo es el animal humano!
Mire, aunque no tenga control remoto, si se la pasa en su casa y cuando se traslada no lo hace por sus propias piernas, está sedentarizado. Difícil no estarlo en la ciudad. Salvo los trabajos que exigen esfuerzo físico o la gente que de manera constante hace ejercicio, todos los demás, estamos sedentarizados.
Si alguien disfruta saliendo a correr o haciendo cualquier otro tipo de ejercicio, que le de para adelante. A muchas personas hacer ejercicio les hace sentir bien y los beneficios que trae para la salud son difíciles de refutar.
El control remoto incentiva mi abulia. También el hecho de tener la cama tendida tan a mano y por sobre todas las cosas, el montón de tiempo libre que tengo.
Cuando salgo a correr el control remoto me persigue. Cuando viene la subida se me adelante y planea sobre mi mano como una posta olímpica flotante. Tengo que resistir la tentación y no tomarlo, porque si no me sube la cuesta. No quiere que utilice mi cuerpo; esa es su función y él quiere ser un objeto responsable. Lo comprendo. Es una lucha de intereses.
Tengo un sólo control remoto en casa y no funciona. A mí fue el sedentarismo el que me impidió llevarlo a arreglar o comprar uno nuevo.
A mí lo que me sedentarizó es mi cerebro. A él le gusta trabajar más que a mi cuerpo.
¿Para qué salir a correr, a hacer ejercicio, levantar pesas, asistir a clases de fitness? Únicamente por el deseo de verse mejor. Eso desvela a la gente. Lamentablemente a la mayoría no les importa tanto la sedentarización del pensamiento.
Salí a correr para escapar del control remoto, la batidora, el microndas, el celular, la lavarropa y todos esos objetos que hacen mi vida más confortable. De tanto en tanto necesito el contacto con la naturaleza viva.
Para mí que estoy con un yeso y dos muletas, el control remoto me salvó.
Estoy sedentarizado y no es culpa mía. Alguien maneja mi vida desde una central de controles remota. Es una especie de super-dios tecnológico. La película Matrix, cuenta lo que me ha sucedido.
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