Los humanos somos una especie que, para poder sobrevivir, consume diariamente una cierta cantidad de aire, agua y nutrientes.
Aparentemente no sería tan difícil asegurarle a cada uno de los seis mil millones de humanos, una ración diaria de esos insumos, para llegar al eslogan que le dio al presidente de Brasil, uno de los índices de aprobación más grandes de América Latina.
Sólo dos palabras lo mantuvieron en el poder durante diez años: «Hambre cero».
Sin embargo —y reconociendo que Lula (izquierda) es algo más que esta mágica consigna, (es carismático y excelente negociador)—, no deberíamos olvidarnos que diez años antes que él, un violento pacificador de Nueva York —Rudy Giuliani—, había aplicado rudos procedimientos encolumnado tras su «tolerancia cero».
No creo que existan datos confiables para poder comparar, así que compartiré con usted una sensación térmica.
La delincuencia en Nueva York era tan abrumadora como el hambre en Brasil, sin embargo, en diez años de gestión, los resultados han sido más satisfactorios en la lucha contra la delincuencia que en la lucha contra el hambre.
Suponiendo que tanto Giuliani como Lula son personas igualmente capaces en sus respectivos emprendimientos, podemos aceptar la hipótesis de que el hambre es más resistente que la delincuencia.
Los trabajadores de la salud sabemos que existe algo muy extraño llamado «resistencia a la cura», caracterizada por un increíble auto-sabotaje del enfermo.
Hay consenso en que existen razones que la razón no comprende, para que esta reacción negativa esté justificada.
Con el espíritu más objetivo posible, decimos: «este paciente necesita su enfermedad y se curará cuando deje de necesitarla».
Si hacemos la comparación que usted ya imaginó, podemos decir que el hambre es más necesaria para la humanidad que la delincuencia y que irá disminuyendo a medida que nuestra especie deje de necesitarla.
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8 comentarios:
Luchar contra la delincuencia es más sencillo que luchar contra el hambre. Para disminuir la delincuencia sólo es necesario meter a sospechosos y culpables en cárceles de alta seguridad. Pocos estarán en contra de esa medida.
Para eliminar el hambre hay que pelear con multinacionales dedicadas a la industria de la alimentación. En ese caso sí que se desplegarán unos cuantos recursos en contra.
El hambre que es producto de una crisis económica trae violentos levantamientos, me refiero a saqueos a supermercados (donde además siempre se prende algún vivo que se lleva una TV para comer). Cuando el hambre es endémica, la cuestión es mucho más compleja, porque los individuos ya han incorporado estrategias de supervivencia que heredan de las generaciones anteriores, entre estas estrategias se incluye el robo y la violencia, pero hay otras mucho más peligrosas para los individuos que padecen hambre, como la pérdida de hábitos de trabajo, el desdibujamiento de las normas sociales, la pasividad, la resignación, la naturalización de la mendicidad.
No sé si Lula tuvo menos éxito que Giuliani, pero debería ser así, porque de lo contrario tendríamos que calificar a Giuliani de inepto, y no parece serlo.
Decir que un eslogan es capaz de mantener a un presidente en el poder es más ofensivo que gracioso.
Seguramente el hambre sea más necesaria para la humanidad que la delincuencia. Pero si pensamos en cada individuo en concreto, es imposible pensar en una resistencia a la cura. El hambre busca satisfacerse como sea.
El Licenciado dijo que Lula era más que esa mágica consigna ("hambre cero"), por qué lo pelea, Lilián?
El argumento de la sensación térmica siempre me pareció tendencioso, manipulador, y en el mejor de los casos, poco serio.
Cuando la que se resiste a la cura es la humanidad, hay que ponerse a analizar sector por sector, grupos de poder, intereses en juego, en fin, todos los beneficios que en este caso no son secundarios, porque algunos reciben los beneficios y otros las pérdidas. Cuando hablamos de los beneficios secundarios de una enfermedad, beneficios y perjuicios son vividos por una misma persona.
Lo de la tolerancia cero se lo he escuchado a algunos políticos de por aquí, parece que es más pegadizo que lo del hambre cero.
Si tuviera que donar los nutrientes que consumo en exceso, presisaría mucha ayuda o muchos sedantes... pero estaría dispuesta, a mí también me ayudaría.
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