La inseguridad, la incertidumbre y la vulnerabilidad, son características que todos poseemos, aunque no todos somos conscientes de ellas.
Algunas personas logran desentenderse de esa condición y se imaginan seguros, poseedores de algunas verdades y relativamente a salvo de las contingencias negativas (enfermedades, accidentes, infortunio).
Por lo tanto, propongo pensar que somos débiles pero que es posible imaginar que somos fuertes.
Seguramente, quienes logran imaginar (creer) que no son débiles, disfrutan de un cierto bienestar nada despreciable.
Claro que —como toda creencia—, la idea tiene un equilibrio precario. Puede caer en cualquier momento.
Para resolver este inconveniente de las creencias optimistas, es necesario rechazar todo aquello que las ponga en duda.
Por eso, las personas que alivian la angustia de saberse vulnerables, imaginando que son omnipotentes, andan a la caza de toda señal que los contradiga.
Por ejemplo, si alguien se alivia creyendo que existe Dios, puede sentirse insultado por un ateo en tanto sienta que, si esa persona hace todo lo contrario a él e igual vive bien, le está demostrando que no es imprescindible ser creyente.
Algo similar ocurre con las otras opciones.
Quien se cree haber descubierto el único estilo de vida que permite quedar por fuera de las contingencias molestas de la existencia, se siente atacado (cuestionado, contrariado, descalificado) indirectamente por quienes, haciendo lo opuesto, igual viven bien.
Esto tenemos que tenerlo en cuenta cuando nos creemos que, vivir con escasos y rudimentarios recursos materiales (vivienda precaria, sin televisión, sin computadora, desinformados, consumiendo alimentos poco industrializados, etc.), constituye un estado de pobreza que debe ser combatido hasta terminar con ella.
Efectivamente, destinamos mucho esfuerzo para evitar la molestia que algunos integrantes de las clases media y alta sienten, cuando constatan que también se puede ser feliz con menos de lo que ellos necesitan.
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13 comentarios:
Muy buena foto. Sumamente expresivos los rostros del hombre y del niño.
Cada vez logro ser feliz con menos. Dicen que me he vuelto poco ambicioso.
No soporto a los tipos que fuman y tienen los dientes blancos.
Efectivamente; quienes se aferran a Dios se sienten atacados por los ateos. En esos casos mas vale que crean en un Dios tolerante.
La fe mueve montañas, y sólo puede contradecirme un temblor de tierra.
Constatar que existe otro sexo, nos quita omnipotencia.
No soporto las calles flechadas; contradicen mi decisión inquebrantable de ir siempre adelante.
Las cuatro letras más difíciles de pronunciar juntas son: n-o-s-e.
Ya nunca más las palabras POBRE e INFELIZ tendrán que pronunciarse en una misma frase. (Salvo que adelante de la palabra "pobre" pongas "soy")
La idea tiene un equilibrio precario porque nace en Venus y muere en Marte.
Todos los días me levanto pensando que soy fuerte y me acuesto convencido de que soy débil.
Las creencias pesimistas se mantienen más tiempo en la cuerda floja.
Los escasos y rudimentarios recursos materiales, te los llevo... lo que no me puedo es entender una vida sin alimentos industrializados.
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