Ayer comentaba sobre cómo hacer economías con los desperfectos en nuestros aparatos. La idea central se basa en una paradoja: «Todos somos demasiado pobres como para hacer economías ineficientes».
Una consigna aún más conocida es: «Lo barato sale caro».
Existe otra paradoja interesante que también compartiré con ustedes.
En un pliego de condiciones que tuve que leer como integrante de una comisión que tenía por misión designar al proveedor del mobiliario urbano de una ciudad Latinoamérica, nos llamó la atención un oferente porque decía que si lo seleccionábamos a él, aplicaría su exclusiva política de mantenimiento, exitosa en varias capitales del mundo.
Naturalmente que le pedimos ampliación de datos sobre este punto y la respuesta tenía que ver con el vandalismo (el deterioro que ciertos vecinos provocan sobre los bienes colectivos, como refugios peatonales, papeleras, muros, cartelería, etc.).
Esta multinacional tiene una receta mágica consistente en reparar los daños dentro de las 24 horas de provocados. Según ellos, los causantes se desmoralizan rápidamente cuando ven que «su obra» tiene tan poca duración. Descubrieron que los destrozones de los bienes públicos actúan así porque quieren llamar la atención y sólo conocen una forma antisocial de obtener protagonismo.
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