Mi amigo Gualberto leyó un libro intitulado "Las luces malas y su correspondencia con los mitos persas". Anduvo un tiempo cabisbajo, nadie sabía que andaba meditando. Se rumoreaba que el libro se le había subido a la cabeza, y que no le bajaba ni con cinco litros de tinto. Hasta que un día, así porque sí, llegó Gualberto con la cara encendida. Todos pensamos que el hombre ya no tenía cura, porque las letras del libro se le feflejaban toditas alrededor del cogote. Lo raro era que Gualberto estaba feliz, recontento se lo veía. Andaba a los gritos haciendo bandera con que le había quedado el libro todo asimilado, así, bien sabido; como siempre pedía la maestra.
Les dejo una deliciosa ronda infantil: Ana, Alfa y Beto se fueron a estudiar y el pobre Betito no supo firmar. La maestra agotada le quiso pegar y el pobre Betito la fue a denunciar.
8 comentarios:
Mire que no es así, compadre. Se sufre de sol a sol, aunque uno no haya sido letrado.
No sé que significancia tiene eso de angustiarse. Yo tengo el facón y así mesmo arreglo las cosas.
La angustia es angustia, aunque no se la nombre.
Mi amigo Gualberto leyó un libro intitulado "Las luces malas y su correspondencia con los mitos persas". Anduvo un tiempo cabisbajo, nadie sabía que andaba meditando. Se rumoreaba que el libro se le había subido a la cabeza, y que no le bajaba ni con cinco litros de tinto. Hasta que un día, así porque sí, llegó Gualberto con la cara encendida. Todos pensamos que el hombre ya no tenía cura, porque las letras del libro se le feflejaban toditas alrededor del cogote. Lo raro era que Gualberto estaba feliz, recontento se lo veía. Andaba a los gritos haciendo bandera con que le había quedado el libro todo asimilado, así, bien sabido; como siempre pedía la maestra.
Yo conozco uno que también era analfabeto y no tuvo tiempo para angustiarse. A los 28 se cayó de un árbol cuando estaba monteando.
Les dejo una deliciosa ronda infantil:
Ana, Alfa y Beto
se fueron a estudiar
y el pobre Betito
no supo firmar.
La maestra agotada
le quiso pegar
y el pobre Betito
la fue a denunciar.
Que no supiera leer ni escribir no da para pensar que haya que darle la razón. A mí no me la dieron y mirá que te escribo todito.
Antes de enterarme que era diabético me había propuesto leer el Martín Fierro. Pero fue demasiado tarde.
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