Para darte este 'sí' tan afirmativo, tan seguro y emocionante, he tenido que imaginarme distinta a mi madre, distinta a mi abuela, a mi bisabuela y a todas las mujeres del mundo.
A veces pienso que el monto deducible de mi sueldo es descartable. Puede que mi deducción no sea correcta, pero entonces, porqué están tan sucias las calles?
Imagino cosas dudosas y contenidos de dudosa moral. Imagino artefactos de dudosa procedencia y dudosas maneras de dudar. Dudo, dudo, LUDO. No afirmo y me pongo a jugar.
Hubo un día que dejé de decir no sé. Fue cuando observé la cara de fastidio y tremenda decepción que puso una mujer cuando me preguntó dónde quedaba una calle y no le supe responder. Ahí fue que aprendí a afirmar. Ahora, cuando me preguntan por una calle, yo me la imagino y afirmo resuelto: es por allí, justo a la vuelta de aquel árbol del que cuelgan lucesitas.
Comprendo a Marcelo. Dudar no es cosa de hombres. A modo de ejemplo les cuento que justo ayer una mujer se acercó a mi vereda caminando descalza. Me miró con sus ojos grandes y oscuros, parecía que miraba sabiendo. Y me preguntó por la calle Nortazo. Entonces yo imaginé la calle Nortazo. Era fácil, la vi enseguida. Está ubicada al norte -le dije poniéndome muy serio - allá donde siempre es verano pero de tanto en tanto se desata un huracán. Ella comprendió enseguida. Buenaso!, me dijo, y agregó - quiere que cuando vaya le traiga guayabas? - . Sí, sí, muy tropical... Y así nomás se fue. Estoy seguro que la calle la encontró.
13 comentarios:
Cómo me gustan sus graffitis, doc!
Imagino: no existen las fronteras.
Afirmo: no existen las fronteras!!!
Despierto: donde mierda dejé el pasaporte!
Para darte este 'sí' tan afirmativo, tan seguro y emocionante, he tenido que imaginarme distinta a mi madre, distinta a mi abuela, a mi bisabuela y a todas las mujeres del mundo.
Lucía no imaginó. Lucía deliró abierto.
A veces pienso que el monto deducible de mi sueldo es descartable. Puede que mi deducción no sea correcta, pero entonces, porqué están tan sucias las calles?
Yo afirmé que imaginaba terribles monstruos de tres patas. El psicoanalista sonrió paternal. Yo me la ví venir y le dije que por favor no dijera nada.
Mi forma de pensar es imaginando. Y así es que imagino que pienso.
Los que imaginan y afirman al mismo tiempo, después se arrepienten de lo que dicen.
Imaginé que estaba muy cerca pero afirmé que estaba muy lejos.
No conté con que él era telépata.
Todo lo que imagine será afirmado en su contra.
Imagino cosas dudosas y contenidos de dudosa moral. Imagino artefactos de dudosa procedencia y dudosas maneras de dudar.
Dudo, dudo, LUDO.
No afirmo y me pongo a jugar.
Hubo un día que dejé de decir no sé. Fue cuando observé la cara de fastidio y tremenda decepción que puso una mujer cuando me preguntó dónde quedaba una calle y no le supe responder. Ahí fue que aprendí a afirmar. Ahora, cuando me preguntan por una calle, yo me la imagino y afirmo resuelto: es por allí, justo a la vuelta de aquel árbol del que cuelgan lucesitas.
Comprendo a Marcelo. Dudar no es cosa de hombres. A modo de ejemplo les cuento que justo ayer una mujer se acercó a mi vereda caminando descalza. Me miró con sus ojos grandes y oscuros, parecía que miraba sabiendo. Y me preguntó por la calle Nortazo. Entonces yo imaginé la calle Nortazo. Era fácil, la vi enseguida. Está ubicada al norte -le dije poniéndome muy serio - allá donde siempre es verano pero de tanto en tanto se desata un huracán. Ella comprendió enseguida. Buenaso!, me dijo, y agregó - quiere que cuando vaya le traiga guayabas? - . Sí, sí, muy tropical...
Y así nomás se fue. Estoy seguro que la calle la encontró.
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