El perfeccionismo causa estragos para brindarnos algunos beneficios, más aparentes que significativos. Socialmente también se cree que ciertos profesionales «deben saber todo» y esto ahuyenta a muchos estudiantes.
En nuestra cultura el perfeccionismo hace estragos, porque es fatídica su conveniencia para mejorar la calidad de los productos y servicios así como también genera exclusiones injustas ya que el beneficio de los consumidores no está adecuadamente equilibrado con la exigencia de quienes tienen que fabricar o proveer eso entregables tan inhumanamente perfectos.
Me animaría a decir que el exceso de perfección es una característica propia de la obsesión, de una arrogancia extrema y hasta de un cierto sadismo.
El ser humano no necesariamente tiene que hacer todo el tiempo lo máximo de aquello que es capaz.
Esta premisa es cruel. Alguien provisto de ese criterio puede aplicar tanta presión sobre los subalternos o proveedores que los termine lastimando, sin olvidar que los estará molestando en forma continua.
Los niveles de calidad están determinados en gran medida por valoraciones subjetivas que perfectamente pueden ser establecidas por personas que estén psicológicamente muy alejadas de lo humanamente posible.
Nadie puede discutir que las empresas de aviación tienen que ser muy escrupulosas con el mantenimiento de sus aeronaves, pero no requeriría tanto esmero el fraccionamiento de madera destinada a la calefacción.
En los niveles profesionales (arquitecto, profesor, médico) existe la injusta creencia en que el egresado de un instituto superior tiene que saberlo todo.
Por su parte cuando estas personas son consultadas no se animan a decir «no sé», «no recuerdo», «nunca lo supe» y, presionadas por el prejuicio colectivo, pueden caer en la debilidad de inventar una respuesta.
En otro orden, esta creencia también deja por el camino a potenciales estudiantes que se inhiben convencidos de que nunca alcanzarían esos estándares pesadillescos.
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11 comentarios:
Si no me equivoco en mi apreciación, que demás está decir es muy subjetiva, diría que no hay una correlación entre las exigencias al estudiante (de cualquiera de los 3 niveles) y las exigencias al trabajador.
Quizás por la deserción del estudiantado, en mi país (Uruguay), la exigencia ha bajado notoriamente. Se prioriza que los muchachos culminen el ciclo. Luego sucede que en el ámbito laboral la exigencia es muy alta; no se corresponde al estilo del que estaba acostumbrado el joven.
En la escuela y el liceo, el esfuerzo de las autoridades está centrado en que la enseñanza sea universal, que les llegue a todos. A nivel laboral, lo importante es contar con la mínima cantidad de trabajadores que rindan el máximo posible. Este desencuentro de objetivos entre la escuela y la fábrica, puede ser otro de los motivos por los que el jóven demora tanto en aceptar ser adulto.
El exceso de perfección está directamente relacionado a la competencia por los mercados.
El sistema es el que general malestar.
Dado que el consumidor tiene para elegir entre 10 marcas de dentríficos, eligirá la que a su criterio sea la más perfecta. Buscará la máxima calidad al menor precio.
El cosumidor no es cruel ni obsesivo. Cruel es la batalla entre las empresas. Cruel es la exigencia a los trabajadores de las mismas.
Ya en la escuela nos escribían los maestros en el carnet: puede y debe rendir más.
Los futbolistas dicen que no pudieron dar el máximo y los directores técnicos aseguran que el equipo dio el máximo.
Parecería que inmolarse es lo que realmente vale.
Por qué somos tan crueles con nosotros mismos?
Los estándares de calidad están determinados por el mercado, no por el superior ni el proveedor.
La evaluación de los productos está estandarizada, como el ISO 9001, que sirve para evaluar desde un secador de pelo hasta un automóvil o un desarrollador de software.
Me parece que el artículo está enfocado a evaluar los niveles de exigencia en pequeñas empresas. Una micro-empresa dedicada a la producción de galletas artesanales puede bajar los niveles de exigencia sin afectar la calidad del producto. Bah... supongo.
Los trabajadores que se ocupan de la vida humana (trabajadores de la salud) experimentan una enorme presión por la gran responsabilidad implicada en su labor. Y no puede ser de otra manera.
Lo mismo que dice Julián es aplicable a otras profesiones y ocupaciones: elaboración de alimentos, construcción en general, fabricación de medios de transporte. Son muchísimas las ocupaciones que ponen en riesgo la vida humana si no se cuida la excelencia en la calidad.
Siempre digo lo mismo. A las madres que además somos psicólogas se nos exige que llevemos la maternidad de taquito. Y nosotras tenemos las mismas dificultades que todas!
Los niveles de calidad para la Empresa Miss Universo son abusivos!
Cuando uno dice "no sé", el otro, que esperaba desesperadamente una respuesta, siente que la bilis negra le sube hasta la boca y que los ácidos gástricos trabajan en desmesura.
A veces hay que dar una respuesta, pero no tiene por que ser ya. La respuesta inmediata puede pasar por asegurarle a otro que estamos con toda la disposición para colaborar en la búsqueda de aquello que necesita.
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