Amamos a los demás en tanto los imaginamos formando parte de nuestro cuerpo. MI madre, MI cónyuge, MI hijo son amados en tanto ME amo, amo mi cuerpo, tengo amor propio.
Cuando nacemos, somos incapaces de concebir diferencias, al punto de creernos que lo somos todo. El universo forma parte nuestra. Nuestro subdesarrollo neurológico nos impide entender que mamá, papá, los hermanos, la casa, la ciudad, no forman parte de nosotros sino que son personas y objetos separados (1).
Algunos llaman a este estado narcisismo primario.
El desarrollo neurológico y la experiencia nos van convenciendo de que la realidad no es tan así, y comenzamos a discriminar, percibiendo lo que percibimos los adultos: que las personas y las cosas no forman parte nuestra ni están bajo nuestro control.
Sin embargo, el narcisismo primario no desaparece del todo y nos quedamos con la sensación de que esa es MI mamá, ese es MI papá, etc.
Cuando llegamos a esta etapa del desarrollo y pensamos (como la mayoría lo hace) que podemos discriminar pero que de todos modos esas personas y cosas ajenas son un poco nuestras, ahí estamos mostrando lo que algunos llaman el narcisismo secundario.
Si hablamos de narcisismo estamos hablando de amor a sí mismo, amor propio, egoísmo.
Por lo tanto, cuando alguien dice que ama a SU madre, a SU padre, lo que está diciendo es que «ama a esa parte suya que cuenta con un representante externo».
Probablemente no existe un sentimiento positivo más grande, importante y activo que el amor a sí mismo, contando con que el narcisismo secundario nos hace creer que los seres queridos que se viven como propios (pertenencias, propiedad, in-cuerpo-rados), son imaginariamente parte de ese cuerpo propio que amamos narcisísticamente.
En suma: Trabajamos con entusiasmo sólo por amor ... a nosotros mismos.
(1) El universo de una sola pieza
El cuerpo imaginario
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11 comentarios:
En realidad las personas que amamos sí forman parte de nuestro propio cuerpo porque están en nuestra consciencia y en nuestro inconsciente.
Los vínculos no se deterioran con el tiempo. Se deterioran con la pérdida del respeto.
Es exagerado, pero al mismo tiempo real, cuando el enamorado dice "lo eres todo para mí".
Montevideo es MI casa.
No la ensucien!
Las personas y las cosas no están bajo nuestro control. Y la verdad es que tampoco logramos controlarnos demasiado a nosotros mismos.
Su planteo refuerza mi opinión: no estamos preparados para prescindir de la propiedad privada; aún nos falta mucho.
No veo que parte mía está representada en mi vieja. Espero que ninguna.
Tengo pocas pertenencias... será que mi narcisismo secundario está acotado?
Por lo general, sentir lo ajeno como propio, nos lleva a cuidarlo.
Dado lo que usted plantea, cuando no amamos a nuestros padres, nos encontramos en serios problemas. Estaremos sintiendo un fuerte rechazo hacia nosotros mismos.
Me resulta más fácil querer a los seres inanimados, que a los seres vivos. Amo mi lapicera, mi computadora, una camisa que es muy especial, amo mi casa... pero con la gente se puede decir que con alguna siento cierto aprecio.
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